viernes, 31 de julio de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 3: "rayo de esperanza"


Edward comenzó a tocar una melodía armoniosa, rápida, me causaba gracia, hasta me hizo sonreír.
-bien, te saqué una sonrisa- yo le sonreí aún más- tienes una bella sonrisa-me sonrojé al instante.

-gracias- le dije, comencé a tratar de imitar la melodía, pero en un tono más alto, él fue más lento para que lo pudiera seguir, luego más rápido, hasta que logramos una hermosa melodía.

-al parecer tocas muy buen el piano.
-no tanto como tú- le dije sonriendo.

-dijiste que leías un libro, ¿de qué se trata?- no puedo creer que este chico este interesado en mí.
-es una historia romántica, como dijo mi padre- hice una mueca ante ese recuerdo- se trata de un amor imposible, entre una princesa y un plebeyo.
-se oye interesante.

-lo es, aunque mi padre diga lo contrario, pero creo que su conclusión no tiene argumentación, te puedo asegurar que en su vida no ha leído una novela- yo le sonreí, él me devolvió la sonrisa.

-ayer te vi en la librería- me dijo sonriendo aún más.
-sí, yo también te vi, aunque luego desapareciste.

-sí, mi padre va corriendo de un lugar a otro, nunca disfruta de los detalles de la vida, ayer me quedé con las ganas de conocerte, pero al parecer el destino quiere que nos conozcamos.

-me alegra que eso quiera.
-a mi igual.

-Bella- ¿ya mencioné que odio a mi padre?- deja a Edward tranquilo, ve a acostarte- yo suspiré y me levanté del banco del piano, Edward me siguió.

-claro, padre- me dirigí al conde con una reverencia- buenas noches.

-buenas noches Bella, mañana nos vemos, y nada de reverencias, somos como de la familia- él me sonrió, yo le devolví la sonrisa, me caía bien este tipo, luego me dirigí a Edward.

-buenas noches- me acerqué a él y le di un beso en la mejilla, no se de donde saqué el valor, pero lo hice.

-buenas noches Bella- me dijo con una sonrisa picarona- nos vemos mañana- yo le devolví la sonrisa y me dirigí a mi cuarto.
Me cambié a mi pijama y, al igual que ayer, prendí una vela, tomé mi libro, me acosté y me puse a leer.

“ya eran las 11:30 de la noche, mi amado debería esperarme, yo estaba saliendo por la ventana, había una enredadera en la pared, así que no me complicaba que estuviera en el segundo piso. Al final logré bajar, tomé mis maletas, las cuales había tirado al jardín antes de bajar, comencé a correr a nuestra laguna, ahí tuvimos nuestro primer beso, él se declaro y yo también, ahora comenzaríamos una nueva vida.

Seguí corriendo, la laguna no estaba lejos de ahí, yo me había puesto el vestido favorito de Ben, era un poco incómodo para correr, pero si a él le gustaba yo lo usaría. Por fin llegué a la laguna, ahí había un carruaje, no sé como lo había pagado, era tan tierno, dejé mis maletas a un lado del carruaje y comencé a buscarlo.
-Ben, ¿dónde estás?, Ben, amor mío.
-Bianca- esa no era la voz que quería escuchar, no era mi Ben, era mi asqueroso padre.
-¡papá!- grité desesperada- ¿dónde está Ben?, ¿qué le hiciste a mi amado?
-está en un calabozo, camino a la horca, nunca debiste desobedecerme Bianca, ahora estarás encerrada todo el día en la casa y yo escogeré a tu esposo.
-no padre no, dios mío, ten piedad de mí, necesito a Ben, lo amo, lo amo con toda mi alma- eso hizo rabiar a mi padre.
-¿lo amas?, ¿lo necesitas?, pues te quedarás con él en el calabozo y lo verás morir...”
Me despertó un rayo de luz, me había quedado dormida leyendo el libro, estaba muy bueno, me encantaba. Me fui a vestir con uno de esos enormes vestidos y una vez más quise ser una humilde campesina para no tener que usar esos horribles vestidos. Me peiné y maquillé con ayuda de Bree, luego bajé a desayunar. En la mesa me esperaban mis padres, el conde y Edward, los saludé a todos, pero a Edward con un beso en la mejilla, cuando lo hice sentí algo que hace tiempo no sentía, esperanza, era como si él me diera ánimos de seguir con este infierno.
-¿cómo dormiste?- me preguntó Edward cuando ya estaba sentada y sirviéndome un té.
-muy bien, ¿y tú?

-bien- me contestó con una sonrisa.

-¿te acostaste muy tarde leyendo ese libro tuyo?- ahí saltó mi inculto y bruto padre. -no papá, no te preocupes- ni siquiera lo miré, si lo hacía me enojaría más y le contestaría de peor forma.-Charlie, ¿crees que podamos dar una vuelta por el bosque?, podemos cazar algunas aves, o explorar simplemente.
-claro, claro- yo sabía que mi padre no tenía planeado eso pero igual lo aceptaba, me daba tanta gracia como se dejaba manejar.

-Bella y Reneé pueden venir también, aunque claro ellas no cazarán, pero pueden apreciar el paisaje y salir un poco de estas cuatro paredes.

-claro- dije esperanzada de pasar una tarde al aire libre con Edward, aunque mi padre me miró feo, como si esperara que yo negara la petición, pero yo no me dejaba influenciar así por la gente.

-perfecto- dijo el conde.

Cuando terminamos de desayunar me fui a leer a mi habitación, ya que mi padre, el conde y Edward se fueron a comprar algunas cosas al pueblo para la caza. Llegaron a la hora de almuerzo, este fue increíble, con Edward no nos parábamos de mirar ni de sonreír, la verdad es que Edward era increíble, me entendía, me sacaba más de una sonrisa, era simpático, era lindo, me perdía en esos hermosos ojos… Después del almuerzo nos fuimos hacia los carruajes.
-padre, ¿me puedo ir en mi caballo?, quiero cabalgar un poco, no te preocupes, los seguiré de cerca.

-claro-obviamente a mi padre eso le convenía, no corría el peligro de que yo abriera mi boca y comenzara a opinar de “cosas indebidas para una dama”

-yo te acompañaré- me dijo Edward sonriendo.

1 comentario:

  1. ayy k ternurita
    io te akompañare
    jeje y pobre
    de ben y bianca :S
    saluditos

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