sábado, 1 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 4: "indirectas"



-por supuesto- dije devolviéndole la sonrisa, esto a mi padre no le gustaría, pero me daba igual, con Edward nos fuimos hacia el rancho, yo saqué a Amy, Edward me ayudo a subirme y luego se subió atrás mío, mi espalda con su pecho quedaron pegadas, mi corazón estaba latiendo a mil por hora, ya que él me tocaba, Edward tomó las riendas y comenzó a cabalgar.
-que linda yegua- me dijo haciendo que su aliento rozara en mi cuello.
-la adoro, siempre me acompaña cuando estoy sola.
-pero ya no estas sola- él me sonrió y yo le devolví la sonrisa
-gracias a dios- yo solté una carcajada y él me acompañó, adoraba estar con él- gracias- le dije sin pensarlo.
-¿por qué?
-por muchas cosas, acompañarme, sacarme una sonrisa, por todo.
-gracias a ti por dejarme hacerlo- ¿sabía cuanto amaba su tranquilizadora sonrisa?, nos quedamos mirando una rato, pero después el corrió la mirada, ya que tenía que seguir cabalgando.
-¿cómo es tu relación con tu padre?, solo por curiosidad- no quería que creyera que yo era una entrometida.
-la verdad es que muy buena, siempre me apoya en lo que hago, me escucha, me invita ha hacer estos viajes de negocios para que luego pueda tener un gran futuro.
-¿y te gusta viajar con él?- Edward me miró y me sonrió.
-me encanta, sobre todo por las personas con las que me encuentro- ¿eso era una indirecta?
-casi nunca vienen personas aquí, siempre me aburro solita, no tengo muchos amigos, mi padre no me deja socializar con gente del pueblo, ni menos muchachos, dice que no quiere que me enamore de algún campesino, siempre quiso que tuviera un matrimonio arreglado por él, no le interesan mis sentimientos, prefiere que tenga mil carruajes antes de un amor verdadero.
-¿y qué pasa si te dan ambos?- ¿otra indirecta?
-pues genial, mi padre y yo contentos, no me interesan las riquezas, solo me interesa tener un amor correspondido- sonreí ante eso, ojala alguien pudiera darme ambas cosas, así podría casarme con la bendición de mi padre. En eso Edward para la yegua, ya habíamos llegado, se bajó y luego me tomó por la cintura y me bajó, pero no me soltó, nuestros cuerpos seguían pegados.
-gra…gracias- dijo tartamudeando, él me sonrió, yo puse mis manos en su pecho, me gustaría poder acercarme a sus labios y besarlo, pero no podía, aunque él sí, empezó a acercarse a mis labios, yo seguí su movimiento, puse mis manos alrededor de su cuello, sus ojos me tenían hipnotizada, podía sentir su respiración, ya faltaba poco para que nuestros labios se tocarán, ya se rozaban, se tocaban.
-Bella- mi padre gritaba desde más adentro del bosque- Bella, ¿dónde están?- me separé al instante de Edward, no quería ni pensar en como actuaría mi padre si nos veía así, deshice su abrazo y me alejé de él con la cabeza gacha, podía sentir como Edward me miraba- aquí están- dijo mi padre en un suspiro.
-sí, ¿dónde está mi padre?- dijo Edward.
-venía atrás mío, con Reneé.
-aquí estamos- dijo el conde saliendo detrás de un árbol con mi madre- vámonos a cazar antes de que todas las aves se vallan.
-claro- dijo mi padre, nos encaminamos hacia el bosque, Edward me llevaba al lado de él con una mano en mi cintura, yo no lo aleje ya que nuestros padres estaban ocupados en cazar y además me encantaba que me tocara, no puedo creer que haya estado a punto de besarme.

Seguimos caminando, era casi gracioso ver a nuestros padres tratar de cazar un ave, no sabían como, en un momento Edward se quedó quieto, se alejó de mí, se acercó a mi padre y al conde y les dijo algo, ellos se dirigieron a un arbusto que había en el suelo, Edward volvió a mi lado y me abrazó de nuevo por la cintura, mi padre le dijo algo al conde, él asintió, los dos apuntaron sus armas y dispararon, luego quitaron unas ramas, pero antes de que pudiera ver a lo que habían matado Edward me puso sus dos manos en la cintura y me dio media vuelta haciendo que quedara en frente suyo y le diera la espalda a nuestros padres y a lo que habían matado, yo lo miré extrañado.
-no quiero que veas eso, no va a ser agradable- me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
-que sobre protector- él me apretó aún más contra él, yo apoyé mi cabeza en su pecho, escuché otro disparo que me hizo saltar, Edward se rió.
-vale la pena tenerte entre mis brazos- dijo apretándome aún más contra su pecho.
-si, vale la pena- estaba tan cómoda así.
-chicos, creo que encontramos uno grande aquí- gritó el conde un poco más allá de donde nosotros nos encontrábamos, yo me separé de Edward, pero él solo quitó una de sus manos de mi cintura, la otra la dejó ahí, apretándome contra su costado, nos dirigimos hacia donde venía el grito del conde, ahí estaban mis padres y el conde con un pajarito de lo más lindo, pero muerto, me dieron ganas de vomitar.
-creo que saldré a caminar un rato, esto de cazar no es para mí- dije tratando de aguantar las náuseas.
-claro querida, pero no te alejes mucho- me dijo mi madre.
-vamos Edward- dijo el conde- sigamos cazando- Edward lo miró y asintió, ellos se adelantaron y Edward me quedó mirando.
-me gustaría ir contigo- me dijo apenado.
-no te preocupes, nos veremos en un rato más, además si te acaparo demasiado mi padre me encerrará en mi cuarto y no podremos vernos más- le dije sonriendo, eso era totalmente posible.
-está bien, nos vemos luego- se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla, más bien la comisura de mis labios, yo le sonreí, él me sonrió y luego nos fuimos en distintas direcciones.

Yo me fui a donde habíamos atado a Amy, ahí tenía mi libro, leería para pasar el rato, llegué, saqué el libro del bolsito que tenía colgado la silla de montar de Amy, me senté bajo la sombra de un árbol y comencé a leer.

“estaba en el calabozo de mi propio castillo, mi padre se había pasado con este castigo, pronto traerían a mi amado Ben a mi lado, pronto, por mientras pensaba en todo lo que lo amaba, era lo único que me ayudaba, la única esperanza que tenía era que Ben estaría a mi lado. En eso abren la reja, odiaba este lugar, era frío y silencioso, pero el guardia trajo algo que me alegro el día, Ben entró y cuando e vio en el calabozo esbozó una sonrisa de oreja a oreja, la misma que debería tener yo en este momento.

-Ben, amor mío, cuanto te extrañé, no puedo creer que nos hayan descubierto- yo comencé a llorar, pero el se acercó a mí, me tomó de la cintura y me besó, eso me tranquilizó, un beso cálido y delicado de mi amado, Ben me acorraló contra un rincón, era como si me protegiera.

-Bianca no te preocupes mi bello ángel, jamás te dejaré, nunca nadie nos separará, nos volveremos a escapar- ahora él susurraba- sé como salir de aquí, no te preocupes, nos escaparemos con los mismos planes que antes- él me volvió a besar.

-que alegría amor, me estaba preocupando de que sería de nosotros…”


1 comentario:

  1. omg kasi kasi se besan
    super me tenias asi :0
    becho becho jeje saludos

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