martes, 18 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 15: "carta" (contado por bella)





Estaba bastante aburrida, hace cuatro días que no veo a Alice y no tengo la menor idea del por qué. Ahora que no tenía con quien distraerme en mi mente solo estaba mi Edward, su cálida sonrisa, sus hipnotizadores ojos, sus apetitosos labios, su increíble cuerpo, no podía dejar de pensar en como me hacía sentir cuando me protegía, cuando me besaba, él era tan perfecto, tan único, él era mi Edward.
Debía distraerme con algo, decidí leer un rato, el libro “orgullo y prejuicio” lo tenía Alice, entonces me puse a leer “complicado”, ¿dónde había quedado?, Bianca va a buscar a Ben a los calabozos, ellos lograban salir y justo quede en la parte de la huída.

“Ben tomó mi mano y comenzamos a correr lo más rápido que pudimos, fuimos hasta el pueblo, yo estaba agotada, la verdad es que la distancia del castillo al pueblo era bastante, lo único que me daba fuerzas era que después de salir de este estúpido país tendría un nuevo futuro junto al amor de mi vida, por fin llegamos al pueblo, Ben comenzó a mirar por todas partes, los guardias del palacio nos perseguían, de repente Ben comenzó a correr de nuevo, llegó junto a un carruaje, me tomó de la cintura y me subió, luego se subió él, tomó las riendas y el carruaje se empezó a mover.

-¿qué haces?- le pregunté.

-te llevo a un nuevo mundo- me dijo con esa sonrisa cegadora, yo le contesté la sonrisa. Seguimos así hasta que cruzamos todo el pueblo, cuando salimos de él me sentí tan aliviada, como si me sacaran un peso de encima, ya no tenía que ser princesa, ya no tenía que separarme de Ben, ya no, una vida juntos. En eso escucho como cientos de caballos vienen persiguiéndonos y todos los caballos tenían jinetes, así es, mi padre había mandado a todos sus guardias a buscarme, me puse más que nerviosa, ¿qué haríamos ahora?, los guardias nos alcanzaron con facilidad ya que ellos iban a caballo y nosotros en un carruaje, nos rodearon impidiéndonos el paso, ya todo acabo, no podíamos arrancar, éramos dos contra cien, más bien uno contra cien, ya que yo aquí solo estorbaba, todos los guardias estaban armados apuntando a Ben, yo estaba tan nerviosa porque le dispararan.

-tranquilos- les grité a los guardias- me iré con ustedes, haré todo lo que mi padre quiero, peor déjenlo ir, por favor- supliqué. Ellos hicieron caso omiso a mi comentario, un guardia disparó su arma, pude ver como la bala aterrizaba en el pecho de mi Ben, yo solté un grito ahogado, el se tambaleó, yo apoyé su cabeza en mis piernas- calma Ben, todo saldrá bien, yo te protegeré, no dejaré que nada malo te pase, te amo- acto seguido lo besé.

-gracias por ese último regalo- susurró ya sin fuerzas y cerró los ojos.

-Ben, ¡no!, abre tus hermoso ojos, por favor, te necesito, amor mío, no me dejes, no puedo vivir sin ti, por favor- comencé a llorar desconsoladamente.

-princesa, venga conmigo- dijo un guardia.

-¡no se acerquen a mí!- grité como una loca.

-¡hija, ven aquí enseguida!- gritó mi padre, yo no le hice caso, ni siquiera sabía desde que parte me llamaba, yo solo veía como a mi Ben se le acaba la respiración y sus últimos latidos del corazón.

-amor mío, no por favor, te amo, resiste, nos escaparemos, iremos a nuestro escondite secreto, te amo, por favor, Ben, déjame tenerte unos segundos más conmigo, déjame amarte un poco más- le supliqué a mi amado que no despertaba.

-ya no hay vuelta atrás, hija- dijo mi estúpido e incomprensivo padre.”

-señorita Isabella, tiene una carta- me dijo una criada tendiéndome un sobre.
-gracias- dije tomándolo, ella se retiró, vi de quien era, ¡Edward, dios mío!, la abrí rápidamente, necesitaba tener algún contacto con él, la desdoblé y ahí estaba su letra caligráfica perfecta.

Mi amada Bella:


Te he extrañado un montón, no sabes cuán difíciles se me hacen los días sin ti, lo único que me da fuerzas es saber que dentro de una semana te veré. Te amo demasiado, mi padre aún está algo mal por la muerte de mi tía, pero ya se recuperará, solo debe acostumbrarse, ambos te extrañamos, me dijo que de verdad le habías agradado, ojala que a tu padre yo también le agrade, recuerda que te llevo una pequeña sorpresa, te amo, cuídate mucho,

Edward Masen.


Edward si que se pasaba de tierno, me había escrito una carta, cuanto me hubiera gustado escuchar desde sus labios la frase “te amo demasiado” o “lo único que me da fuerzas es saber que te veré en una semana”, solo una semana más Bella, ya ha superado dos semanas, yo puedo, aunque con solo recordar como me tomaba entre sus brazos, como me besaba, ¡bueno, Bella, concéntrate!, mejor le contestaba la carta a Edward para que supiera que yo también lo extrañaba, fui a buscar un papel, una pluma y tinta, ojala tuviera la misma caligrafía que Edward, la mía no era tan dedicada como la suya, pero bueno, la intención es lo que cuenta ¿no?

Querido Edward:


No sabes cuanto me gustaría decirte esto en persona, pero me conformo con que lo sepas, te extraño hasta lo imposible, amor mío, lo único que me ha ayudado a superar estas semanas ha sido Alice, una nueva amiga que conocí en el pueblo, te agradará es muy simpática, la adoro. Yo también te amo demasiado, no sabes cuanto me alivia saber que estás bien, necesito verte, menos mal queda solo una semana, aunque se me hará una eternidad, pero vale la pena esperar para poder volver a verte. Te amo,

Tuya, Bella.


Listo, ojala esta semana se pasara rápido, lo menos que quería era seguir sufriendo por estar sin el amor de mi vida, necesitaba algo que me lo recordara, cualquier cosa me calmaría, tomé de nuevo su carta y la releí, la volví a leer unas diez veces, ¿cuál sería esa sorpresa que me traería Edward?, me tenía tan intrigada, lo reprocharía por hacerme esto, no le bastaba con hacerme esperarlo a él, tenía que agregarle más desesperación a mi corazón, y eso de “ojala a tu padre también le agrade”, claro que le agrada, más bien le agrada su castillo, sus innumerables carruajes, su dinero, todo eso, pero a mi me daba igual, Edward podría vivir en la calle y lo amaría igual que ahora, pero por lo menos así mi padre nos daba su bendición, ¿pero qué estoy pensando?, la bendición se pide cuando te casas, la verdad es que yo ya estaba en edad de casarme y mi mayor deseo es casarme con Edward y pasar una eternidad juntos, tener una familia, pero ¿Edward querrá eso?, tal vez solo me quería por una temporada y luego se aburriría de mi, ni que fuera muy interesante, me impresionaba que él me hubiera escogido a mi sobre mi prima que tenía más dinero, era más linda que yo, más alta, era más sociable, aunque es demasiado egocéntrica, pero igual, nunca pensé en poder tener a Edward para mí.
-señorita Isabella, tiene visitas- me interrumpió en mi ensimismamiento una criada.
-gracias, enseguida voy- dije regalándole una sonrisa, ella me la devolvió y se fue. Comencé a guardar las cosas, me paré y fui a ver quien era. Abrí la puerta de la entrada y me encontré con un hombre alto, rubio, de ojos claros, una mirada profunda, amable y cálida, era bastante guapo, pero sin comparación con mi Edward, claro, de repente atrás de ese hombre salió Alice, se veía tan delicada y frágil al lado de él, esperen un momento, alto, rubio, sueño, Alice, ¿este era el chico del sueño de Alice?
-hola, Bella, mira con quien me encontré- me dijo Alice dándome un abrazo- él es Jasper, pero dile Jazz, es mi novio- me guiñó un ojo, era obvio que era el chico de sus sueños.
-hola, Jazz- lo saludé con un abrazo, él me devolvió el abrazo y luego nos separamos.
-hola, Bella- me regaló una dulce sonrisa.

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