lunes, 7 de septiembre de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 27: "feliz cumpleaños"



Mañana era mi cumpleaños, para mi suerte, Edward y Jazz se iban dos días después de mi cumpleaños, es decir, “suerte”, ya que igual se van, algo que aún me afectaba, y del cuál evitábamos hablar en casa. Me acababa de despertar, Edward estaba a mi lado durmiendo aún, se veía tan lindo durmiendo, tan perfecto, no me lo podía imaginar en la guerra, la verdad es que si podía, pero trataba de olvidare esas sádicas imágenes.
Me acerqué más a Edward, quedé pegada a su pecho desnudo, la noche anterior había sido algo agitada, con solo pensar en eso se me escapó una sonrisa y me puse roja hasta más no poder, Edward inconscientemente, ya que estaba dormido, me rodeó con sus brazos, yo me acomodé y cerré los ojos para poder disfrutar de unas horas más de sueño, ya que me había despertado algo temprano…
“ Estaba en un lugar que desconocía, solo había un terreno plano lleno de tierra, era un paisaje horrible, de repente empiezan a caer bombas, yo me asusto y empiezo a correr como una estúpida, pero logré ver algo que hizo que soltara un grito de horror y abriera los ojos como platos, Edward estaba tirado en el suelo, todo ensangrentado, Jazz estaba a su lado tratando de salvarlo, se notaba en la expresión de mi esposo que estaba sufriendo y demasiado, pero de repente paró de moverse, sus ojos quedaron abiertos, ya no tenían esa hermosa y contagiosa chispa de antes, ahora estaban muertos, Jazz comenzó a sollozar a su lado, no, esto no podía ser verdad, Edward no podía estar…estar muerto, no puede ser verdad.
-Edward- chillé, fui corriendo hasta donde estaban los dos, Jazz ni me miró, traté de abrazar a Edward pero mi mano traspasó su rostro, traté de tocar su torso, el cuál estaba todo lleno de sangre, al parecer ahí estaba la herida, pero también lo traspasó, justo en ese momento cayó otra bomba al lado de nosotros, estaba todo lleno de tierra que se levantaba al caer las bombas, yo no salí afectada, al parecer era como un fantasma, Edward seguía tirado en el suelo pero peor que antes, me puse a llorar a su lado, miré a nuestro alrededor, Jazz estaba tirado, al igual que Edward, todo ensangrentado, ¿este sueño podía seguir empeorando?, miré a Edward, seguía con los ojos abiertos, el rostro inexpresivo, por primera vez no me perdí en sus ojos verdes, ya que solo tenía miedo, miedo de que Edward me haya dejado sola, nunca podrá volver, él murió y mi vida junto con él.
-Bella- sentí la voz de Edward que me llamaba, pero no era el hombre muerto tirado en el suelo, miré a mi alrededor, no había nadie.”
Me desperté de golpe, Edward me estaba llamando, todo había sido un sueño, una horrible pesadilla, algo que jamás querría ver en mi vida.
-Edward- susurré sollozando, me abracé a él y lloré desesperada.
-calma, amor, todo está bien, estoy aquí contigo- no por mucho, pensó una vocecita que me dieron ganas de matarla.
-Edward, no te vallas por favor- las lágrimas seguían cayendo.
-Bella, sabes que si fuera por mi, me quedaría contigo y con nuestro hijo, pero no puedo, es algo que yo no puedo escoger- dijo tratando de tranquilizarme, tratando, con un dedo levantó mi mentón y puso nuestros rostros a la misma altura- te juré que volvería vivo y que siempre te amaré, y así será- me miró con esos ojos tan hermosos, me sentí tan bien al perderme en ellos, ahora si tenían ese brillo tan particular, Edward se acercó a mis labios y me besó suave y lentamente, movía sus labios al compás de los míos, yo ya no sollozaba, los besos de Edward siempre me tranquilizaban, era algo irresistible no caer en ellos, puso sus manos en mi cintura y me apretó contra su cuerpo.
-gracias- susurré entre sus labios, pero Edward no me contestó, siguió besándome tan suavemente, luego bajó su boca hasta mi cuello y comenzó a darme besitos rápidos.
-te amo- dijo entre beso y beso, subió hasta mi oreja y la mordió delicadamente- te amo- volvió a susurrar en mi oído, yo me estremecí.
-yo también- contesté mientras lo volvía a besar, nos dimos vuelta y me quedé encima de él, Edward comenzó a acariciar mi espalda, yo solté un gemido.
-feliz cumpleaños, amor- balbuceó entre mis labios- será mejor que bajemos antes de que vengan a buscarnos- se separó de mis labios, nos quedamos mirando un rato- me encantan tus ojos- susurró acercándose a mis labios de nuevo, sin apartar la mirada de mis ojos chocolatados.
-yo me pierdo en los tuyos- susurré ya rozando sus labios, me acerqué más y le di un tierno beso- vamos- susurré separándome definitivamente, nos vestimos en unos minutos, me peiné mientras Edward rebuscaba algo entre sus cosas, terminé de cepillar mi liso y largo cabello, sentí unos labios en mi cuello.
-te amo- dijo con esa voz tan seductora, nunca me cansaría de escucharlo, me di vuelta y comencé a besarlo, de nuevo, no me pude resistir, y ojala que nunca pueda…
-te voy a extrañar- susurré rozando sus labios.
-no pienses en eso, disfruta de tu cumpleaños- me sonrió, volvió a juntar sus labios con los míos, después siguió besando mi cuello- te tengo un regalo- volvió a la altura de mi rostro, me miró directo a los ojos, yo le sonreí.
-amo las sorpresas- dije emocionada, sobre todo si venía de parte del ser más perfecto del universo, él me sonrió, comenzó a besarme de nuevo, puso sus manos en mi cuello, aunque con suerte me di cuenta ya que me estaba besando y yo me quedaba como una inútil cuando me besaba, aunque pude sentir algo frío que recorría mi cuello, Edward se separó de mi y me sonrió.
-feliz cumpleaños, cielo- dijo alegremente, toqué mi cuello, tenía un collar, me miré en el espejo que había en la pared, dios, era hermoso, un fino collar plateado, con un pequeño corazón de cristal, parecía bastante caro, si siquiera quería pensar en eso.
-es hermoso amor, me encanta- susurré asombrada, él me abrazó por atrás, pude ver por el espejo como sonreía.
-me alegra que te haya gustado- dijo besando mi cuello.
-no te habrás gastado mucho dinero ¿cierto?, si es así, miénteme- dije algo histérica, Edward se rió haciendo que su dulce aliento chocara en mi cuello.
-ni te imaginas todo lo que gasté, pero eso no es nada con todo lo que te mereces, me has dado todo lo que quiero en la vida, me has hecho el hombre más feliz del mundo, ¿cómo quieres que no te devuelva el favor?- susurró aún besando mi cuello.
-eso ya está hecho amor, tú me has dado todo lo que quiero en la vida y me has hecho feliz- dije imitando sus palabras.
-pero igual me gusta regalarte cosas, sobre todo si te gustan, me hace feliz hacerte feliz, solo acéptalo y acostúmbrate- sacó el rostro de mi cuello, me miró con esa hermosa sonrisa torcida, abrí la boca para replicarle, pero él me calló con un beso apasionado en los labios que me quitó el aliento.
-está bien- dije rendida.
-bien, ahora bajemos que o sino Alice me mata por retenerte en la pieza, aunque si fuera por mi estaríamos aquí todo el día- susurró cerca de mis labios con una sonrisa picarona, la cuál le devolví, cuando estaba a milímetros de besarme se alejó de mis labios- pero lamentablemente no podemos- besó mi mano, me sonrió por última vez y bajamos al comedor, cuando me vieron entrar todos sonrieron alegremente.
-Bella, feliz cumpleaños- chilló Alice y se tiró encima de mí haciéndome caer al suelo con ella.
-dios, Alice, recuerda que estoy en un estado delicado- le reproché.
-ay no seas así, yo solo te quería saludar- hizo un pucherito.
-está bien- le sonreí.
-debes abrir mi regalo, bueno, es mío y de Jazz, la verdad es que no es solo para ti, es para los cuatro, para recordar nuestra amistad por siempre- me sonrió, se paró y me ayudó a pararme.
-¿y qué es?- dije curiosa.
-toma- me tendió una cajita pequeña que estaba envuelta con un papel rosa y un lazo blanco, la abrí y ahí habían cuatro pulseras hermosas, tomé una, era de plata y tenía un pequeño dije en forma rectangular que decía “amigos por siempre”, con adornos grabados en las orillas del rectángulo en forma de marco, era hermoso, delicado y a la vez hermoso.
-gracias- abracé a Alice y luego a Jazz, los cuatro nos pusimos las pulseras, se veían increíbles. De repente salió el conde de la puerta que daba a la cocina con un gran pastel, que se veía realmente exquisito, en sus manos, todos comenzaron a cantar.
-Cumpleaños Feliz, te deseamos a ti, feliz cumpleaños Bellita, que los cumplas feliz.
-pide un deseo y sopla las velas- dijo el conde con una sonrisa, yo cerré los ojos, pedí mi deseo y soplé las velas, todos aplaudieron, estaba tan feliz, ojala mi deseo se cumpliera, que el amor que nos teníamos Edward y yo durara por toda la eternidad

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