miércoles, 25 de noviembre de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 48: "discusiones" (contado por Bella)



Desperté gracias a unos molestosos rayos de luz que se escurrían por las cortinas de mi habitación, miré a mi alrededor, frente a mí estaba la visión más linda, tierna, maravillosa que puede existir, Edward estaba dormido, con una sonrisa tranquila y con sus brazos alrededor de mi cintura, ¡más lindo, mi Edward!, con mi mano comencé a trazar dibujos invisibles por su rostro, recorrí su frente, su nariz, sus ojos cerrados, sus mejillas, sus labios, luego por su cuello, tenía el cubrecama justo hasta el final de su cuello, así que, delicadamente, lo bajé un poco más, dejándome al descubierto el torso desnudo (y musculoso) de Edward, ¡dios, dios, dios!, ¡oh my goood!, ¿es que Edward podía estar más bueno que cuando era humano?, sí, si que podía… Volví a mi trabajo de trazar líneas invisibles, pero ahora explorando más allá, comenzando por sus pectorales, bien marcados, irresistibles, bajé por sus abdominales contándolos al paso, uno, dos, tres, ¡eran tan duros como rocas!, tan marcados, tan apetecibles, llegué a su ombligo, es que Edward me mataba, pasé mis traviesos dedos por el hueso que se marcaba en su cadera, ¡me encantaba!, lentamente pasé mi mano por la orilla de sus jeans de izquierda a derecha, tentándome a seguir explorando, como me gustaría volver a sentir a Edward tan cerca de mí, aún recuerdo nuestra primera vez, cuando yo estaba en mi cuarto y el entró al estilo Romeo y Julieta para luego desencadenar en una serie de eventos un tanto subiditos de tono…
-no sabes lo que me hacen tus caricias combinadas con tus recuerdos de nuestra primera vez, Bella me estás matando- murmuró Edward, separé la mirada a regañadientes de su torso desnudo para ver el rostro de Edward aún con los ojos cerrados pero ahora con pequeñas arrugas en su frente.
-¿en serio?, yo pensé que lo estabas disfrutando tanto como yo- dije con un tono inocente, él abrió sus ojos y me miró con una sonrisa torcida- buenos días- susurré acortando la poca distancia que nos separaba, juntando nuestros labios en un dulce beso.
-si que son buenos- balbuceó entre mis labios, yo solo pude sonreír en respuesta, su embriagador aliento me tenía algo mareada, más todavía cuando sentí sus manos recorrer mi espalda, desde mis omoplatos, pasando por mi columna vertebral, hasta mi espalda baja, rozando la tela de mi pantalón, luego volvió a recorrerla pero se detuvo en mi cintura apretándome contra su pecho desnudo.
-Edward, el instituto…
-al diablo con el instituto- murmuró mirándome posesivamente y con una sonrisa torcida, debo admitirlo, ¡me encantaba que me mirara como suya!
-si que estás rebelde- me burlé, él solo ensanchó su sonrisa.
-no puedo controlar mis sentimientos hacia ti mi bella- volvió a besarme, pero después de unos segundos se separó con una mueca en los labios, yo lo miré confundida, ¿hice algo mal?- ¿no estará esto demás aquí?- me preguntó poniendo sus manos al final de mi polera y subiéndola sin esperar respuesta, me la quitó lentamente, pasando sus dedos por la piel que él mismo iba descubriendo, paró de subirla cuando llegó a mis pechos, se mordió el labio juguetonamente y comenzó a subirla de nuevo sin despegar su mirada de mi rostro, yo solo me perdía en sus caricias, cuando dejó al descubierto mi sujetador sus dedos lo rozaron apropósito haciendo que un leve gemido se escapara de la boca de ambos.
-Edward, detente- le advertí, aunque mi cuerpo me contradijo cuando por fin sacó mi polera, y volvió a poner sus manos en mi cintura, haciendo que mi espalda se arqueara y chocara con sus perfectos abdominales.
-¿en serio quieres eso?- me preguntó con una sonrisa torcida, me mordí el labio analizando la situación, ¡diablos, no aguantaba más!, me subí a horcajadas encima de él, poniendo una pierna a cada lado de sus caderas y comencé a repartir besos en su pecho, su glorioso pecho…
-chicos, ¡dejen el adulterio!- gritó Emmet carcajeándose mientras abría la puerta, esperen ¡¿Emmet?!
-¿qué diablos haces aquí?- preguntamos Edward y yo al unísono.
-no me miren a mí, la pequeña pixie me mandó a despertarlos porque o sino llegarían tarde, y eso no es apropiado tortolitos- se volvió a carcajear haciendo que su estruendosa risa llenara la habitación.
-mierda, ¡Emmet, fuera!- chillé- ¿por qué no se nos ocurrió poner pestillo?- suspiré escondiendo mi rostro en el pecho de Edward.
-igual hubiera entrado, pequeña, vamos, levántense, miren que si yo les parecí irritante, no querrán que Alice suba…- por tercera vez se rió fuertemente y salió cerrando la puerta tras él.
-¿por qué?- me quejé frustrada.
-vamos, Emmet tiene razón, si algo he aprendido en estos cien años, es que con Alice no se juega- lo miré con una sonrisa burlona, aunque sabía a que se refería…
A los quince minutos ya estábamos subiendo al volvo de Edward, estábamos bien de tiempo, Emmet ya se había ido mientras desayunábamos, ya me las pagara, cuando esté solo con Rose…me las pagará. Comencé a recordar todo lo que había pasado ayer y en mi mente apareció una curiosidad que me estaba matando, ¿Edward habría soñado conmigo?, antes de que siquiera pensara en preguntárselo él ya me estaba contestando.
-sí, no tienes idea el increíble sueño que tuve, aunque creo que aún estoy soñando, sobre todo por tus caricias, parecían más las de un ángel que cualquier otra cosa- me sonrojé por sus elogios, consiguiendo que él sonriera aún más.
-¿qué soñaste?
-fue como un recuento de lo que hemos pasado, todas las cosas increíbles que me has dado, los momentos inolvidables, recordé cuanto te amo, y cada vez me sorprendo más al ver lo excedente de mi amor- me sonrió tiernamente, ¡como adoraba a Edward!, era tan tierno y apasionado, tan lindo y tan perfecto, tan…tan Edward Cullen.
-te amo- dije con una sonrisa iluminando mi rostro.
-yo más- en ese momento perfecto, justo en ese momento, se me vino a la mente un solo nombre…Jacob, debía hablar con él, ¡maldición!, la sonrisa desapareció de mi rostro en ese instante- Jacob- gruñó Edward mientras entrábamos en el aparcamiento.
-calma, hoy hablaré con él, todo se arreglará, será difícil pero lo lograré- le regalé una sonrisa sincera, pero esta vez él no me la devolvió, estacionó él auto, apagó el motor y me miró tristemente.
-no quiero verte sufrir- susurró.
-valdrá la pena, podré estar junto a ti, como hace tanto tiempo lo he querido- volví a sonreírle, esta ves i me sonrió, me dio un beso rápido en los labios, se bajó del auto cerrando la puerta detrás de él, luego caminó hasta mi puerta y la abrió, me tendió su mano, la tomé y salí con su ayuda, se inclinó para cerrar la puerta quedando cerca de mi alcance, aproveché esa distancia y le robé un rápido beso, Edward me sonrió y puso sus manos en mi cintura atrayéndome a su cuerpo para luego darme un apasionado beso, obviamente, correspondido por mi parte, enredando mis manos en su suave cabello broncíneo, me colgué a su cuello.
-¿Bella?- m a l d i c i ó n!, ¿tenía que llegar Jacob justo en ese momento?, ¿no pudo haberse enterado de todo esto de una manera menos drástica?, ¿por qué su voz tenía que reflejar todo su dolor?, ni siquiera quería mirar sus ojos, me harían sentir tan mal, me quedé petrificada mirando los ojos de Edward, quien estaba controlándose, se lo agradecí mentalmente mientras respiraba profundamente y me separaba completamente de Edward.
-Jake, tengo que decirte alunas cosas…- susurré bajito, pero ambos podían escucharme.
-ahórratelo, lo escogiste a él, da igual, ¿qué viene ahora?, ¿me dirás que se volvieron a enamorar?, no quiero escucharlo Bella- me miró seriamente y yo me quedé muda, tenía razón respecto a sus ojos, el dolor era insoportable de mirar- pero luego no venas a buscar mi hombro cuando este chupasangre te rompa el corazón otra vez- miró con furia a Edward.
-Jacob, es que, escúchame, yo nunca debí haber aceptado esto, yo aún amaba a Edward, fue porque estaba demasiado triste, necesitaba un hombro en el que llorar…
-no te preocupes, no pensaste en mí, lo dejaste claro- Jacob comenzó a caminar para alejarse de mí, pero, no me pregunten por qué, me dio rabia lo hipócrita que estaba siendo…
-¿y tú pensaste en mí?- se detuvo después de dar con suerte dos pasos, se dio vuelta sobre sus talones mirándome furioso.
-¿cómo preguntas esa estupidez?
-porque es lo que pienso, respóndeme esto Jacob, ¿Qué pasaría cuando tú te imprimaras?, ¿o me vas a salir con la mentira de que yo soy tu imprimación?, ambos sabemos que no es así, ¿qué hubiera pasado conmigo, Jacob?, ¿dónde quedaba Bella en ese momento?, créeme, es mejor hacer esto ahora, a ti te está esperando tu chica y yo solo amo a Edward, estábamos destinados ha ser amigos Jake, no nos sobrepasemos.
-ya perdí la esperanza de mi imprimación, ¡llevo más de ciento cincuenta años esperando!- su furia iba en aumento y ahora estaba temblando.
-Jake, cálmate, sabes que es cierto, ella llegara, debes tener paciencia y esperanza, ¿recuerdas cuanto esperó Sam?, ¿acaso vez que ahora le importa haber esperado tanto teniendo al lado a Emily?, el camino bueno no siempre es el más fácil, Jake, espérala, yo sé que llegará, créeme lo sé- lo miré con toda la sinceridad que albergaba, yo estaba más que segura de esto, la imprimación de Jake vendría, solo tenía que ser paciente.
-bien, gracias por el sermón, adiós- aún le quedaba algo de furia, pero por lo menos ya no temblaba, eso era bueno, aunque odié la forma en que se fue, ¡nos salvé de un dolor inimaginable!, los dos sufriríamos cuando él me dejara por su imprimación, y eso puede pasar en cualquier momento…¡maldito chucho malagradecido!, una risita interrumpió mis pensamientos, miré a Edward enojada, ¿qué diablos era gracioso aquí?
-lo siento, amor, es que tus pensamientos son algo cómicos, “estúpido chucho malagradecido”- imitó mi tono a la perfección y a mí se me escapó una sonrisa- fue mejor de lo que esperaba, tienes buenos argumentos- comentó como si esto fuera un debate, en vez de una matanza de corazones.
-la verdad es que sí, pero igual tengo un gusto amargo, Jacob sabe que tengo razón pero aún así es tan terco.
-mira quien habla- se burló Edward, lo miré enojada otra vez.
-¿estás chistosito?- le pregunté con mis manos en mi cadera y una ceja alzada.
-lo siento, te vez hermosa enojada, bueno, siempre te vez hermosa, pero cuando te enojas te vez más sexy- Edward miró mi posición de arriba abajo, a mí se me escapó otra sonrisa, estúpido vampiro que me hacia sonreír…- yo también te amo- respondió a mis pensamientos dándome un beso delicado en los labios, ¡que amor!

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