viernes, 11 de diciembre de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 56: "reconciliación"


El silencio se apoderó del camerín, debo reconocer que estaba bastante nerviosa, pero me tragué todos mis sentimientos, si quería volver con Edward debía hacer algo, pero antes de que ni siquiera pudiera pensar que decir Edward estaba a mi lado, lo miré con sorpresa y un poco de alivio, no quería ser yo la que diera el primer paso.
-Bells- empezamos bien, ¡me dijo Bells!- lo siento, fui un tonto, no, peor que eso, fui un estúpido, un idiota, te dejé sola cuando más me necesitabas, soy...no sé ni lo que soy, no soy nada si tú no estás a mi lado, me siento como una escoria, eres mi todo, no puedo vivir sin ti, solo contigo soy feliz, solo haciéndote feliz soy feliz, odio verte tan triste, tan deprimida, y más odio saber que yo soy el culpable y yo...
-Edward, calma, yo también tengo bastante culpa, tenía que controlarme, es que estallaron mis sentimientos, no sé que me pasó yo solo...
-Bella, todo fue mi culpa, te dejé sola, te evité toda la semana y yo...
-Edward, yo también te evité, no hablé contigo en toda la semana, debí haber hablado conti...
-no, yo debí haber hablado contigo, debí dejar mis inseguridades atrás, de verdad que te necesito, Bells, eres mi todo, por favor perdóname, por favor no sé que...
-no, tú perdóname a mí, fui una tonta, aún lo soy, porque no sé ni siquiera que decirte- suspiré.
-Bella, no tienes nada que disculparte, yo fui el culpable de...
-no, Edward, yo también tengo la culpa, si yo no...
-no, mi Bells, yo tuve toda la culpa solo discúlpame, por favor, Bella yo no sé si...
-oh por favor, ¡van a seguir así toda la maldita tarde!, solo perdónense rápido, ¡dios que son complicados!- gritó Jasper desde el otro lado de la puerta, no pude evitar sonreír, ni tampoco Edward, y Emmet no se pudo guardar sus estruendosas carcajadas.
-te perdono solo si tú me perdonas- le dije mirándolo a los ojos, ¡cuanto había extrañado perderme en sus increíbles y profundos ojos!
-solo di "te perdono" y yo te perdonarté, aunque sigo pensando que tuve toda la culpa- me contestó con una sonrisa torcida mientras se acercaba más a mí y ponía sus manos en mi cintura. -eres tan terco...
-mira quien habla- me interrumpió.
-está bien, está bien, sin insultar- me crucé de brazos, pero no me salió el papel de enojada, tal vez estaba tan feliz con la reconciliación que no podía borrar la sonrisa de tonta enamorada de mi cara...- te perdono, te toca- lo miré esperando su perdón pero él solo me entregó una sonrisa torcida, sus manos aún en mi cintura me presionaron acercándome a su pecho, más bien apretándome contra su pecho, antes de que pudiera alegar que me perdonara sus labios estuvieron en los míos haciendo que me olvidara de todo, hasta de respirar, sus labios se deslizaban contra los míos tan suavemente que mareaba, su lengua me despertó de mi ensoñación cuando tocó mis aliviados labios, recorriéndolos y saboriándolos, abrí mi boca queriendo sentir su lengua llegar más allá, miré directamente sus ojos mientras él recorría mi boca con su lengua y me devolvía la mirada, una mirada llena de alivio, amor, deseo, extrañaba demasiado estas sensaciones. Cuando sus manos comenzaron a recorrer mi espalda me di cuenta que las mías estaban a mis costados sin ninguna función, Edward me paralizaba demasiado, reaccioné poniendo mis manos en su cuello y enredando mis dedos en su cabello, sabía que a él le gustaba sentir eso tanto como a mí, mi lengua despertó juntándose con la suya, estaba totalmente perdida en los ojos de Edward y en sus labios, sintiendo como una de sus manos recorría mis desnudos hombros mientras la otra me apretaba contra él desde mi espalda baja, solté un suspiro entre tonta enamorada y alivio, haciendo que mi aliento entrara en su boca, sabía que eso lo enloquecía, pero no lo había hecho apropósito, aunque eso no impidió la reacción de Edward, de un segundo a otro estaba entre Edward y la pared, nuestras respiraciones se agitaron por el brusco movimiento de Edward, me sobresalté cuando sentí su mano en mi muslo, subiendo por la toalla, mmm, estaba empezando a amar las reconciliaciones...
-ya, ya, ya, sepárense tortolitos, sabemos que se aman, que quieren llegar más allá, sabemos que quieren volver a su etapa de conejos en celo, pero ahora debemos volver a casa- dijo Emmet entre riéndose y hablando, Jasper no pudo contener la risa, Alice y Rose se controlaron solo mostrando una sonrisa burlona.
-primero nos encierran aquí para que nos reconciliemos y luego nos interrumpen en plena reconciliación, ¿quién los entiende?- dijo Edward entre irritado y divertido, me soltó y yo gemí frustrada, una semana sin Edward era demasiado, ¡no me podía soltar así nada más!
-vámonos, Bella te vas a resfríar-me reprendió Alice mientras me entregaba mi ropa, yo la fulminé con la mirada, la quité mi ropa de un tirón y esperé a que todos se fueran para poder cambiarme, todos salieron con esas estúpidas sonrisas burlonas en sus caras, excepto Edward que se quedó a mi lado, pero con una sonrisa torcida, la que tanto amaba.
-si quieres yo puedo ayudarte- me susurró en el oído haciendo que me estremeciera.
-no, no, no, ven para acá galán- se burló Emmet mientras sacaba a Edward a la fuerza, suspiré cuando la puerta se cerró, a los cinco minutos salí lista para irme a mi casa y disfrutar de Edward, claro, si es que los demás me dejaban...lunáticos.
- solo porque los queremos mucho y sabemos que necesitan tiempo para hablar de algunas cosas, los dejaremos solos por 20 minutos antes de ir al centro comercial, vi unos tacones en ofer...

-¿pero eso no nos deja tiempo para nada!- me quejé interrumpiendo a Alice, sin pensar en realidad lo que dije, me sonrojé al rebobinar las palabras en mi mente, estaba siendo demasiado impulsiva.

-dije que les daríamos tiempo para hablar, no para que tengan la hora feliz de Edward y Bella- dijo Alice riéndose, como no, todos se rieron.

-veinte minutos, Edward nos llevamos el volvo, estaremos en exactos 20 minutos tocando la puerta- dijo Rose seriamente mientras le arrebataba las llaves a Edward de las manos.

-¿no pueden ser treinta?- pregunté con un poco de esperanza.

-no- dijo Jazz mientras cerraba la puerta trasera del volvo después de entrar, vimos como se alejaban, dios ¡20 minutos!

-no alcanzamos, Bells- susurró Edward en mi oído haciendo que me estremeciera.

-bueno, sabes que no me gustan los rapiditos, pero puedo hacer una excepción- le sonreí de oreja a oreja, pero él negó con la cabeza riéndose.

-tendremos toda la noche, amor-me miró entre divertido y complacido, de repente metió la mano en mi bolsillo trasero haciendo que me sobresaltara, pero ,antes de que pudiera sacar conclusiones adelantadas, Edward sacó las llaves de mi auto, ahora su sonrisa era burlona, como que estaba odiando esa sonrisa...-yo conduzco.

-claro, por supuesto, encantada- dije con todo el sarcasmo que pude tener.

-perfecto- Edward evadió mi sarcasmo dándome un beso en la mejilla, puso sus manos en mi cintura, creíq ue me iba a besar, pero no, me tomó como saco de papas y me puso en su hombro, comenzó a caminar hasta mi auto mientras yo suspiraba.

-odio esto- comenté como si nada.

-odio que lo odies.

-odio que odies que lo odie.

-yo odio que odies que odie que lo odies.

-y yo odio que odies que odie que odies que lo odie.

-pues yo odio que odies que odie que odies que odie que lo odies.

-y yo odie que odio que, ah!- grité frustrada cuando perdí el hilo de la maldita secuencia- esto es estúpido- me quejé cuando Edward me bajó de su hombro depositándome al lado del asiento del copiloto, Edward solo se rió mientras me abría la puerta- solo por esta vez te dejaré manejar- me subí a regañadientes mientras él iba con una sonrisa triunfadora.

-calma, no lo chocaré- comentó divertido, yo le devolví una sonrisa de irritación- ¿desde cuándo tan enojona, amor?- me preguntó mientras manejaba, se veía que lo disfrutaba.

-no lo sé- gemí de frustración, no estaba muy segura de qué mierda me pasaba, ambos nos quedamos callados, en un silecio cómodo, ambos perdidos en nuestros pensamientos.

-Bella- me llamó Edward, yo lo miré esperando a que siguiera- te habrás dado cuenta de que en toda la semana no dejé de pensar en ti y en nosotros- dijo mirándome a los ojos mostrándome una tierna sonrisa, yo solo asentí- pues tengo una duda de nosotros- se me hizo un nudo en el estómago, ¿se supone que era algo bueno a malo?, tragué saliva ruidosamente.

-¿cuál?- dije en un hilo de voz, Edward desvió la mirada hacia el camino mientras me preguntaba.

-¿nosotros seguimos casados?

-pues yo me había planteado esa pregunta, ¿recuerdas nuestros votos?- él asintió sonriente, volvió a mirarme, pero ahora más intensamente.

-Isabella Marie Swan, ¿aceptas a este hombre, para amarlo y respetarlo, por el resto de la eternidad?- citó los votos con esa mirada tan profunda.

-exacto-contesté.

-¿eso significa un sí o un no?- me dijo con una sonrisa picarona, yo me reí.

-me refiero a que prometimos hacerlo por el resto de la eternidad, no hasta que la muerte nos separe.

-¿por qué el padre cambió los votos?- me preguntó pensativo, mmm, buena pregunta.

-no lo sé, tal vez fue karma, el destino, que sé yo...

-entonces seguimos casados- concluyó.

-mmm, sí.

-pero no tenemos los anillos- acotó mirando mi dedo corazón, instintivamente lo escondí, aunque no tenía nada que esconder.

-habla por ti- susurré no muy segura de lo que decía.

-¿a qué te refieres?- me pregunté inspeccionando de nuevo mi mano, yo suspiré y metí mi mano en el escote de mi polera, Edward me miró sorprendido, pero yo esquivé su mirada, saqué mi mano pero ahora arrastraba con ella un collar...donde estaba colgando mi anillo de bodas- oh- fue lo único que dijo.

-¿dónde terminó el tuyo?- la verdad es que no me dolí que lo haya perdido, yo también hubiera querido olvidar todo, bueno no estoy segura...

-mmm, la verdad es que no recuerdo- dijo en tono triste mientras estacionaba en frente de mi casa.

-bueno, nunca es tarde para renovar los votos, aunque tengamos más de 100 años- le sonreí abiertamente, él me devolvió la sonrisa.

-entonces, se supone que a los 50 años son las bodas de oro, ¿a los 100 cuáles serían?- me preguntó con una chispa de diversión en los ojos mientras bajaba, en un segunda estaba abriendo mi puerta.

-mmm, ¿las de platino?

-pues, felices bodas de platino?- me dio un beso rápido en los labios justo cuando nuestros hermanos estacionaron el volvo de Edward al frente de mi casa, suspiré, ahí se fueron mis veinte minutos.

-hola tortolitos- nos saludó Alice, pero de la nada se paralizó y se quedó como petrificada viendo un punto fijo, estaba teniendo una visión, de repente Edward me abrazó por la cintura acercándome más a él en un gesto protector mientras gruñía, ¿qué estaba viendo Alice?

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