domingo, 2 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 5: "sobre protector"


Sentí unos labios en mi cuello, sabía quien era, conocía ese aroma, era Edward, me besó el cuello, yo cerré el libro.
-¿qué haces aquí?, deberías estar cazando- dije confusa, él me miró incrédulo.
-Bella llevamos dos horas cazando, ahora nos vamos a cenar- eso me descolocó, ¿tanto llevaba leyendo?
-oh, creo que se me fue el tiempo leyendo- él me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
-vamos, debemos volver- se paró y me ayudó a pararme, luego nos fuimos hasta Amy, Edward me agarró de la cintura y luego me subió a la yegua, luego el se subió y tomó las riendas, me dio frío y me estremecí, él tomó solo con una mano las riendas y con la otra me abrazó, me calenté en segundos.
-gracias- le dije mientras apoyaba mi cabeza en su pecho, ya que estaba cabalgando a la inglesa, es decir, sentada con los dos piernas en un costado del caballo, era incómodo, pero uno se veía más femenina, en fin, mi cabeza quedaba justo en el pecho de Edward, yo pasé las manos por su espalda, abrazándolo, así pasamos todo el camino, los dos disfrutando del otro.

Cuando llegamos el carruaje ya había llegado, así que estábamos solos en el patio. Edward se bajó, luego pasó las manos por mi cintura y me bajó, nos dirigimos hacia la casa tomados de la mano, entramos y nos fuimos al comedor, ahí estaban mis padres y el conde, nos sentamos uno enfrente del otro, no nos sacábamos el ojo, comenzamos a comer y mi padre comenzó la conversación.
-conde, creo que debemos cambiar a los campesinos por máquinas, costarían menos y trabajarían el triple que ellos, sería una muy buena invención.
-pero padre- no me pude resistir, debía opinar en esa situación- no puedes dejar a la mitad del pueblo sin trabajo, ¿qué harán ellos sin dinero para sus familias?
-Bella cállate esa boca- me dijo mi padre amenazador.
-pero papá es por el bien de ellos, además que pasa si ellos están sin dinero, no podrán comprar lo que producimos aquí, entonces bajarían las ganancias y además no has pensado en la mantención de las máquinas.
-ya basta- dijo el gritando, se levantó de su asiento y se dirigió hacia mi puesto, levantó su mano, ay no me iba a pegar, dios aquí venía la cachetada, mi padre puso todas sus fuerzas en el golpe, fue muy audible, me dolió demasiado, las lágrimas comenzaban a salir por mis ojos, él iba a levantar de nuevo su mano, pero alguien lo detuvo.
-creo que ya es suficiente- dijo Edward, estaba enojado, se notaba en su rostro. Mi padre no le hizo caso, iba a pegarme de nuevo, pero yo lo detuve ahora.
-¿vas a pegarme de nuevo?, al parecer aún hay una parte de mi que no está traumada- le chillé, mi padre explotó, ahora si que me llegaba una gran cachetada, pero antes de que me la diera Edward se paró y me tomó por la cintura.
-creo que me llevaré a Bella a dar un paseo- y nos fuimos, más bien él me arrastró hasta afuera, me llevó hasta el rancho, nos recostamos en un árbol y me comenzó a quitar las lágrimas que salían por mis ojos- ¿estás bien?- me dijo apenado.
-sí, gracias por defenderme, nunca antes nadie lo había hecho- le dije sonriendo, él me devolvió la sonrisa.
-tenía que hacerlo, no podía soportar verte sufrir ni un segundo, aunque igual dejé que te pegara una vez, te dejó marcada su mano en tu precioso rostro, lo siento.
-no tienes por qué disculparte, lo más probable es que esto te ocasioné problemas, además no es la primera vez que doy mi opinión y salgo perdiendo, pero no podía dejar que mi padre le quitara el trabajo a tanta gente solo por querer tener máquinas.
-lo sé, y tienes razón, si ellos se quedan sin dinero no podrán comprar nuestra cosecha y nos iremos a la quiebra- él me acarició la mejilla- tu padre debería escucharte, eres muy inteligente, debería dejar eso del machismo.
-ojala hubieran más hombres como tú Edward, el mundo sería distinto- tenía su rostro tan cerca del mío, podía sentir su respiración, quería besarlo, no me podía aguantar, comencé a acercarme, lentamente, pero él no fue tan lento y acortó la distancia que había entre nuestros labios, me tomó la cintura, yo puse mis manos en su cuello, comenzó a besarme tan dulcemente, era increíble, pero me encantaba Edward, lo amaba tanto, después de un rato el beso pasó de lo dulce y delicado a lo apasionado, pude sentir sus suaves labios contra los míos, su lengua jugando con la mía, quería más, no solo un simple beso, de a poco me comencé a subir en su regazo, al fin lo conseguí, fue algo difícil con esos estúpidos vestidos, él aún tenía las manos en mi cintura y me acercó con ellas a su pecho. Ninguno quería terminar ese beso, pero debíamos respirar, así que me comencé a separarme a regañadientes, ambos teníamos nuestras respiraciones agitadas, estábamos con nuestras frentes pegadas, Edward comenzó a rozar nuestros labios, solo rozarlos, eso me hacía desearlo más, quería que me besara de nuevo, ahora fui yo la que acortó la distancia y lo besé, necesitaba el sabor de sus labios, aunque si no nos íbamos nos vendrían a buscar y no era la idea crear una escenita con mi padre.
-creo que debemos entrar antes de que mi padre quiera azotarme- dije en plan de broma, el jamás haría eso, creo.
-solo un rato más- dijo volviendo a rozar sus labios con los míos.
-solo un rato más- accedí yo, él me volvió a besar, era mágico perderme en sus ojos mientras me besaba, ¿por qué debíamos separarnos?
-Bella, es hora de acostarse- ese era mi padre gritando desde adentro de la casa, se notaba muy enojado, fijo que cuando se iban ellos me pegaba como nunca lo había hecho.
-diablos- balbuceé entre sus labios, él se rió y luego nos separó, me miró con esos ojos hermosos, me sonrió y nos fuimos hacia la casa, en la puerta de entrada nos esperaba mi padre.
-Isabella tenemos que hablar, a tu cuarto- diablos, ahora Edward no me podrá salvar- buenas noches Edward- me acerqué a él y le di un beso en la mejilla, pero el movió la cara y medio uno en los labios, yo quedé sorprendida, miré hacia mi padre y él estaba mirando hacia fuera, pegado en la ventana, genial, no nos había visto, miré de nuevo a Edward y le di otro pico rápido, me encantaban esos labios, él me sonrió y me dio otro, me hubiera gustado seguir pero mi padre nos descubriría en nuestro juego de besos, me di la vuelta y fui hacia arriba, mi padre me siguió y entramos a mi pieza, para mí era mi infierno personal.
-padre, yo…
-Isabella- él me interrumpió, se veía muy enojado- me dejaste como un estúpido ante las visitas, no debiste dar tu opinión, date cuenta de la situación hija, tú eres una mujer, y la opinión de una mujer no vale.
-a Edward parece que sí le vale- dije ya cabreada.
-así es, por eso no me voy a arriesgar, estás castigada, hasta que se vallan las visitas tú te quedas aquí encerrada.
-pero padre…
-nada de peros- sacó una llave de su bolsillo- acotarás mis órdenes sin peros- se fue, cerró la puerta de un portazo y cerró con la llave, pude escuchar como daba vuelta la llave, encerrándome, ahora si que me sentía en una jaula, estaba alejada de mi amado, justo cuando él me había demostrado que también me amaba, ¿por qué ocurría esto?



1 comentario:

  1. ooooooo esos besitos dejaron konn kagas de mas mas mas besitos jeje saluditoste

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