viernes, 14 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 12: "cabalgata"


Cuando llegué la cena ya estaba servida, me apresuré a sentarme antes de que comenzaran a reprocharme por llegar tarde a la cena.
-Bella, ¿dónde estuviste?- me preguntó mi padre cuando ya estaba comiendo.
-fui a la librería, conocí a una chica, Alice, nos hicimos amigas, mañana vendrá aquí ha cabalgar un rato- contesté como si nada.
-que bueno, me alegra que tengas amigas- me dijo mi madre con una sonrisa, yo se la devolví.
-al parecer te hiciste amiga de Edward- dijo mi padre cambiando de tema, yo lo miré sorprendida por su comentario.
-pues sí, me agrada mucho- más que agradar, lo amo demasiado, aunque si le decía eso a mi padre no sé como reaccionaría.
-me alegro- dijo él con una sonrisa de orgullo.
-papá, si piensas que soy su amiga por su dinero o porque su padre es un conde, te equivocas, de verdad me agrada- le contesté entrecerrando los ojos.
-yo no he dicho nada de eso, bella, no te enojes- me sonrió, aunque yo sabía que él se quería aprovechar de esa amistad, bueno la verdad es que es más que una simple amistad, mucho más.

La cena no siguió con ningún otro comentario, yo estaba algo cabreada, cuando terminó la cena subí a mi cuarto, me cambié a mi pijama y me acosté a leer un poco mi libro.

“corrí y corrí, estaba muy cansada, los calabozos estaban más lejos de lo que yo pensaba, pero decidí seguir, necesitaba ver a mi Ben, con solo tener su sonrisa en mi cabeza me daba más fuerzas para seguir corriendo, corrí más de veinte minutos a todo lo que daban mis piernas, estaba transpirando un poco, al fin llegué a los calabozos, la cosa era como entraba, podría simular alguna desgracia y así los guardias saldrían y podría ver a Ben, sí, era lo mejor y único que podía hacer.
-¡ayúdenme por favor!- chillé- ¡ayuda!- grité aún más fuerte que antes, podía escuchar como los guardias discutían que hacer- ¡ayuda, por favor, unos saqueadores, pervertidos, soy la hija del rey, ayúdenme por favor!- esto de actuar se me daba muy bien, debo decirlo, pude escuchar como todos los guardias salían de los calabozos, yo terminé mi actuación- ¡ah!- pegué un último gritó y me escondí detrás de un árbol gigante, espié un poco, vi a los guardias correr hacia el bosque, buscándome, claro, me apresuré a correr hacia mi Ben, debía ser rápida, tendría unos cinco minutos, con suerte, antes de que descubrieran que me había escapado y de que todo fue una farsa. Cuando llegué pude ver a mi Ben, estaba encerrado, él me vio y se le iluminó su hermoso rostro.
-amor mío, ¿cómo has llegado aquí?- me preguntó mientras se acercaba más a mi, todo lo que le permitían esos barrotes, yo también me acerqué y tomé su mano.
-me escapé, pero debemos apresurarnos amor mío, tenemos tan solo unos minutos para escapar, ¿dónde están las llaves?- pregunté casi llegando a la desesperación.
-no Bianca, no puedes arruinar todo tu futuro por mi, yo moriré y tú te casarás con un príncipe, serás feliz por siempre- ¿qué estupideces estaba diciendo?
-¿de qué hablas?, yo solo seré feliz contigo a mi lado- le repliqué, pude sentir como unas lágrimas se escapaban de mi rostro.
-no hagas esto, Bianca, amor mío, mi vida, yo te amo más que a nada en el mundo, sé que yo no podré hacerte feliz.
-eso es una estupidez, podría estar en la nada, pero si estoy contigo soy feliz- le sonreí, él me devolvió la sonrisa- ahora, ¿dónde están las malditas llaves?
-hay un perro, las tiene colgadas en su collar- comencé a buscarlo, ahí estaba, en un rincón, un perro que se veía algo agresivo- ten cuidado, amor- susurró Ben, yo me acerqué de a poco a él, le acaricié el pelaje para que supiera que no le iba ha hacer daño, él perro no hizo nada, solo me miró, de a poco fui quitando la llave de su collar, cuando lo logré me separé del perro, fui directo donde Ben y lo saqué de ahí con la llave, él me abrazó y me beso, después tomó mi mano y me guió hacia afuera, pero cuando salimos el perro comenzó a ladrar, estúpido perro, comenzamos a correr hacia el bosque, debíamos salir de ahí en ese instante si no queríamos que nos encontraran...”

Me desperté algo agitada, ayer había leído hartas páginas del libro, peor es que estaba atrapada en él, me encantaba ese libro, me levanté de mi cama, a las once de la mañana debía ir a buscar a Alice, eran las nueve, me fui a bañar, me vestí, me peiné, me maquillé un poco y fui a desayunar.
-hola, hija- me saludó mi padre.
-hola, papá, mamá- los saludé con un beso en la mejilla a ambos.
-hola, amor- me contestó mi madre- ¿cómo dormiste?
-bien- me senté a comer.
-¿a qué hora irás a buscar a tu amiga?, por cierto ¿cómo se llama?- preguntó mi mamá.
-Alice, iré a las once- le sonreí, me gustaba cuando mi madre se preocupaba por mi.

Terminé de desayunar, aún faltaba media para las once, me fui al establo a ver los caballos, ahí estaba mi Amy, era tan linda, también estaba Kitty, la yegua que cabalgaría Alice, ambas eran lindas, su pelaje era tan suave, las acaricié un rato, pasaron unos quince minutos, decidí ir a buscar a Alice, me encaminé hacia afuera, al igual que ayer, me demoré cerca de media hora en llegar al pueblo, fui a la casa de Alice y toqué la puerta, m abrió ella.
-hola, Bella- me abrazó y yo le devolví el abrazo.
-hola, Alice, ¿lista?- pregunté entusiasmada.
-lista- ella salió y cerró la puerta, nos fuimos caminando hasta mi casa, hablamos del libro que yo leía, le conté de lo que trataba y me dijo que debía prestárselo cuando lo terminara, yo le dije que sí sin pensarlo.

Cuando llegamos la presenté a mis padres, al parecer se agradaron, a Alice no se le borraba su cálida y armoniosa sonrisa y mis padres también le sonreían, creo que ese era un encanto natural de Alice, si te sonreía no podías evitar sonreírle. Después nos fuimos al establo, cuando entramos le mostré a Amy y a Kitty, a ella le encantaron.
-son hermosas- dijo casi chillando de la emoción.
-que bueno que te gusten, tú cabalgarás en Kitty y yo en Amy- le sonreí, preparamos a los caballos, pusimos la silla de montar y todo lo demás, después los sacamos y nos subimos en ellos, comenzamos a cabalgar a campo abierto, aunque igual era algo incómodo cabalgar a lo inglesa.
-odio cabalgar así, siento que me voy a caer en cualquier momento- comentó Alice.
-yo también lo odio- hice una mueca, siempre todo lo malo era para las mujeres, odiaba estaba sociedad tan machista, en eso Alice pone una pierna a cada lado del caballo, yo la quedé mirando sorprendida.
-vamos Bella, es mucho más cómodo y divertido- me sonrió, yo me senté igual que ella, comenzamos a cabalgar, Alice tenía razón, era mucho más cómodo y divertido, además podíamos ir más rápido- ¿sabes?, tuve un sueño muy raro- comentó ella cuando paramos para que las yeguas descansaran, aún estábamos sentadas en ellas.
-cuéntamelo- la animé.
-estaba caminando por el bosque y de repente me encontré con un tipo, un muchacho como de nuestra edad, estaba herido, me pidió ayuda y yo lo llevé a mi casa y lo curé, pero cuando lo vi fue como si escuchara el coro de los ángeles, era realmente lindo y simpático, tan tierno- ella tenía un brillo especial en sus ojos.
-tal vez esa es una premonición, tal vez pronto encontrarás a ese chico- le dije con una sonrisa, me encantaba verla feliz.
-ojala sea así, sería tan feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario