viernes, 28 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 21: "lindo día"


Luego de estar besándonos unos segundos más nos separamos antes de morir ahogados, Edward me quedó mirando con un brillo especial en los ojos, con una sonrisa torcida, mi favorita, la que hacía que mi corazón se alocara a lo máximo.
-¿por esto mi papá estaba así de amable conmigo?- caí en la cuenta, ¡qué interesado!
-no te enojes con él, además nos dio su bendición, eso es lo único que importa- susurró Edward cerca de mis labios, haciendo que su aliento chocara en mi rostro, le di un beso rápido en esos apetitosos labios.
-te amo- me declaré por milésima vez.
-yo más- respondió él.
-¿vamos a empezar de nuevo?, ¿no estábamos en empate?- le pregunté con una sonrisa picarona, él me devolvió la sonrisa, esa hermosa sonrisa, me volvió a besar.
-entonces, ¿estaremos juntos por toda la eternidad?- le pregunté con entusiasmo, él sonrió ante mi pregunta.
-claro que sí, por siempre contigo, juntos, un sueño hecho realidad- me regaló otro de sus besos.
-me haces la mujer más feliz del mundo- balbuceé perdida en sus labios.
-tú me haces el hombre más feliz del mundo, te amo- al hablar pegado a mis labios su aliento entraba en mi boca haciendo que se anularan todos mis sentidos.
-esto es demasiado- susurré.
-¿a qué te refieres?- me preguntó Edward separándose de mis labios, aunque estábamos a unos dos centímetros de distancia.
-¿seguro que no estoy soñando?- le pregunté incrédula por la situación, él me sonrió y se volvió a pegar a mis labios.
-no, no estás soñando, vamos a ser marido y mujer, muy pronto- susurró dándome un último beso y luego separándose de mi- ¿me vas a presentar a tus amigos>?- me preguntó con una gran sonrisa en su rostro.
-claro, si quieres vamos ahora mismo, será divertido- le propuse, él me sonrió a modo de aceptación. Nos fuimos caminando hasta mi casa, fuimos a avisarles a nuestros padres que iríamos donde Alice, ellos nos dejaron ir, nos fuimos al pueblo, a la casa de Alice, cuando llegamos toqué la puerta unas tres veces.
-¿quién es?- preguntó Alice y después soltó una carcajada, ¿qué le pasaba?, debe estar con Jazz.
-Alice, soy yo, Bella, vengo con Edward- le respondí.
-¡oh!, al tiro voy Bella- gritó Alice desde el otro lado de la puerta. Se demoraron unos segundos en abrir, pero al fin abrió Alice la puerta, atrás de ella estaba Jasper, abrazándola, ambos sonriéndonos.
-hola- le dije abrazándola- Alice, Jazz, él es Edward, el amor de mi vida, Edward, ellos son Alice y Jazz, mis mejores amigos- los presenté con una sonrisa en mi rostro.
-hola Edward, encantada, sé que seremos grandes amigas, en serio, lo sé- dijo ella, ya sabía a lo que se refería, sus sueños…
-hola, claro que seremos amigos- dijo Edward en un tono amigable.
-por fin te conozco, tanto que Bella hablaba de ti que me tenía mareada- dijo Alice, yo sonreí y ellos se carcajearon.
-¿por qué no vamos de cabalgata?, podemos hacer carreras como el otro día, será divertido- ofreció Jazz, sería divertido ir de cabalgata.
-claro- dije con ánimos, nos encaminamos a mi casa, esta era una escena tan linda, dos parejas tomadas de la mano caminando por un sendero, en el camino fuimos hablando de cosas triviales, como el viaje de Edward, nuestras aventuras aquí, los próximos viajes a la ciudad, ahora Jazz tendría alguien con quien llevar las bolsas, Edward hizo una cara de horror fingido al escuchar eso, después de media hora caminando llegamos a mi casa, fuimos directo al establo, entramos a buscar y preparar los caballos.
-¿dónde vives Edward?- le preguntó Alice.
-en Chicago- dijo como si nada, la verdad es que eso yo no lo sabía, ¿tan poco conozco al amor de mi vida?, bueno, tenemos toda la eternidad para conocernos mejor, además, lo único que me importa es que lo amo y el me ama.
-eres el hijo del conde Cristóbal Masen, ¿no?- le preguntó Jazz a Edward.
-sí.
-conozco a tu padre, es una gran persona- Jazz le sonrió a Edward y este le devolvió la sonrisa.
-¿vamos?- pregunté con una sonrisa de oreja a oreja, sacamos los caballos y, favorablemente, solo habían dos, así que en uno se subió Alice y Jazz y en el otro Edward y yo.
-¿unas carreras?- preguntó Alice.
-a la línea de partida- respondió Edward con una sonrisa torcida, la que me hacía estallar por dentro. Edward y Jazz, los que tenían las riendas de los caballos, los pusieron detrás de una vara, que estaba justo en posición horizontal, nuestra partida.
-en sus marcas, listos…- dijo Alice.
-¡Fuera!- grité, los dos caballos salieron disparados, Edward y Jazz sabían cabalgar tan bien, ya estábamos cerca de la meta, ambos caballos estaban en igual posición, pero justo a unos metros de la meta Edward no sé como lo hace, pero logra que el caballo, o más bien la yegua, salga al doble de velocidad, haciendo que ganáramos.
-wow- dijimos Alice, Jazz y yo al unísono.
-¿qué?- preguntó Edward como si nada.
-debes enseñarme como haces eso- le dijo Jazz alucinado.
-¿cabalgar?- preguntó mi amor sin entender. En eso yo y Alice nos bajamos de las yeguas.
-creo que se refiere a la forma en que aceleraste, amor- le dije mientras le sonreía.
-ah, es fácil, mira, toma las riendas, pon el pie aquí, después tomar una velocidad razonable, tiras de las riendas y empujas con el pie en este sector…- Edward seguía explicando, Jazz lo escuchaba atentamente, pude ver como Alice miraba el hermoso paisaje que nos rodeaba, tal vez este es el momento en que le debería dar las nuevas buenas.
-Alice- le dije llamando su atención, ella giró su cabeza hacia mi.
-¿si?
-adivina lo que me pidió Edward- le dije con una sonrisa de oreja a oreja, ella abrió los ojos como platos, me tomó la mano al instante, cuando vio el hermoso anillo en su rostro se extendió una sonrisa gigante.
-¡aaaaaaaaaaaaaaaaaah!- comenzó a gritar, los chicos se dieron vuelta a mirarnos que pasaba, pero como vieron que solo era un grito de alegría siguieron con sus cosas- ¡dios mío santo!, Bella, ¿cómo no me dijiste antes?- ella seguía gritando- esto será magnífico.
-Alice, calma, te va a dar algo- le tranquilicé, ella comenzó a respirar profundo.
-dios mío, ¿me dejas ser tu madrina de bodas?- dijo con un pucherito.
-¿quién más crees que sería?- le dije incrédula, ella se tiró encima de mí haciendo que las dos cayéramos al suelo- dios Alice, eso dolió- ella se comenzó a reír.
-amiga mía, te ayudaré en todo, esto será increíble, ¿cuándo se casan?- gritó otra vez.
-¿te casas?- me preguntó Jazz con una sonrisa en la cara.
-claro, ¿tú?- le pregunté con una sonrisa picarona en la cara, le debía mucho a Alice, así que ¿por qué no darle un empujón a Jazz.
-quizás- dijo devolviéndome la sonrisa.
-gracias- susurró Alice para que solo yo lo escuchará, yo le guiñé un ojo, aún seguíamos en el suelo por el súper abrazo de Alice, así que Edward me tendió una mano para ayudar a levantarme, yo la tomé, el tiró con demasiado fuerza haciendo que quedara pegada a su pecho, yo me puse en puntillas y me acerqué a besarlo, él eliminó los centímetros que quedaban entre nosotros y me besó apasionadamente, solo como él sabía besar.





No hay comentarios:

Publicar un comentario