martes, 11 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 9: "bendito amor"


La cena pasó increíblemente lenta, no podía esperar para seguir “conversando” con Edward, ambos nos mirábamos con deseo, no sé como todos podían ser tan ciegos, excepto el conde, claro, él ya nos había descubierto, espero que mis padres no lo hagan, aunque no sé como reaccionarían, pero mejor prevenir que arriesgarse.
-Bella, puedes irte a tu habitación- me sonrió mi madre, yo le devolví la sonrisa- acompaña a Natalia a la suya- mi sonrisa se me apagó, ¡diablos!, ¿cómo vería a Edward ahora?
-claro- respondí parándome, mi prima me imitó, vi a Edward por última vez, le dediqué una sonrisa y él me guiñó el ojo, vaya que me volvía loca.

Subimos las escaleras tranquilamente, yo no tenía gana de estar con la estúpida de mi prima.
-Bella- dijo ella como si fuéramos amigas desde hace mucho.
-¿si?- dije lo más cínicamente posible.
-creo que me estoy enamorando de Edward- a no, está se la vería conmigo.
-olvídate de él- le chillé enojada.
-pero no grites, dios- dijo algo asombrada- ¿por qué debo olvidarme de él?
-pues porque él está conmigo, bonita- se lo solté para que lo dejara tranquilo, ella abrió la boca asombrada.
-¿en serio?- dijo incrédula.
-sí, me ama, lo amo, no creo que puedas intervenir- me gustaba pelear con ella y echarle en cara todo lo que pasaba.
-bueno, si es así lo dejaré tranquilo, tengo muchos más pretendientes esperándome en París.
-¿te vas?- pregunté con una sonrisa inconsciente.
-eres una estúpida, creí que éramos amigas.
-eso es mentira, siempre nos peleábamos y los seguimos haciendo- ella me miró queriendo matarme, se dio la vuelta y se fue a su cuarto, yo me di la vuelta para llegar a mi cuarto, entré en él y me recosté en mi cama, gracias a mi hermosa prima no vería a Edward. En eso se escuchan los benditos golpes en mi ventana, era mi Edward, obvio, corrí a abrir la ventana y ahí estaba mi milagro personal.
-creí que no nos veríamos esta noche- le dije mientras él entraba y me sonreía picaronamente.
-te dije que seguiríamos- me tomó por la cintura, yo enredé mis manos en su pelo, me atrajo a sus labios y nos besamos apasionadamente. Poco a poco le saqué su chaqueta, al final calló al suelo, seguida por su camisa, no me daba cuenta de lo que hacía, traté de pensar por un segundo, ¿quería hacer esto?, ¿con Edward?, la respuesta era obvia, por supuesto que quería, él estaba medio desnudo, solo con sus pantalones, su pecho era musculoso, dejé mis manos descansar ahí, él puso sus manos en mi espalda y de a poco me desabrochó mi vestido, cuando terminó la enorme carpa calló al piso, yo quedé con un corsé y mi ropa interior, de a poco nos fuimos a la cama, hasta que quedamos acostados, yo encima de Edward, no parábamos de besarnos, Edward volvió a poner sus manos en mi espalda, comenzó a desabrocharme lentamente el corsé, yo puse mis manos a la altura de su pantalón y lo desabroché, de un tirón se lo saqué justo en el mismo momento en el que me sacó el corsé, así seguimos hasta que quedamos desnudos, él me hizo suya, nunca antes lo había sentido, pero debo decir que fue una noche mágica.

A la mañana siguiente me desperté con unos molestos rayos de luz en mi cara, recordé todo lo que pasó ayer, todo lo que hicimos con Edward, fue increíble, se me salió un suspiro de felicidad. Yo estaba recostada en el pecho de Edward, subí la mirada y ahí estaba él, durmiendo plácidamente, comencé a darle besitos en el pecho, en el cuello, en su rostro, después en sus labios, hasta que se despertó y me rodeó con sus brazos.
-si me despertaran así todos los días, mi vida no sería la misma- me dijo sonriendo, yo le devolví la sonrisa, era tan tierno.
-¿cómo dormiste?- le pregunté con una gran sonrisa en mi rostro.
-demasiado bien- tomó mi barbilla y me besó, seguimos así por un rato hasta que Edward me separó de sus labios.
-¿qué pasa?- pregunté confusa.
-me deben estar buscando- dijo con una mueca, yo lo imité.
-tienes razón- me levanté de a poco, no quería salir de esa burbuja que nos encerraba en ese momento. Nos vestimos rápidamente. Cuando ya estábamos listos Edward se acercó a mí, me atrajo hasta su pecho, poniendo sus manos en mi espalda, me besó cariñosamente, todo lo contrario con la noche que habíamos pasado.

Yo bajé como si nada las escaleras, la verdad es que actuaba bastante bien, fui a la cocina y me senté a desayunar, ahí ya estaban mis padres, el conde, mi prima y el amor de mi vida.
-¿cómo dormiste, cielo?- me dijo mi madre.
-bastante bien- dije mientras le sonreía a Edward y él me devolvía la sonrisa, pude ver como mi prima, que estaba al lado de Edward, me dedicaba una mirada envenenada.
-y tú Edward, ¿cómo dormiste?- le dijo mi prima haciéndole ojitos a mi Edward.
-excelente- contestó mientras tomaba una tostada.
-¿y tú, prima, cómo dormiste?- dije para picarla, ella me miró entrecerrando los ojos.
-bien- dijo secamente.

Después de desayunar decidí salir a caminar un rato, sabía que Edward me seguiría, salí hacia el patio y antes de que pudiera dar un paso fuera de la casa unos brazos fuertes y protectores me aprisionaron, era él.
-¿no me vas a invitar?- me susurró en el oído esa voz que tanto amaba.
-tú no necesitas invitación- susurré mientras él me giraba para que quedáramos uno en frente del otro, me iba a besar pero yo lo detuve.
-¿qué pasa?
-las paredes tienen oídos, amor- le expliqué, él me sonrió, me tomó la mano y caminamos hacia el bosque. Cuando llegamos me tomó de la cintura y me empujó hacia un árbol, me dejó aprisionada entre sus brazos, comenzó a besarme tan apasionado y dulce como siempre, no sé como lograba todo eso al mismo tiempo. La cosa se estaba poniendo más calurosa, Edward me subía la temperatura a mil grados, fui cayendo de a poco al pasto, aún apoyada en el árbol, Edward me seguía, al final llegamos al suelo, estuvimos recostados besándonos durante al menos veinte minutos, luego de eso Edward se separó de mi y nos levantó, yo lo miré mal.
-lo siento, amor, pero ya deben ser las una de la tarde, nos deben estar buscando y tú no querrás una escenita, ¿no?
-está bien- dije poco convencida, Edward me besó por última vez y luego nos fuimos de vuelta a casa.
-¿a dónde estaban?- nos preguntó la entrometida de mi prima cuando estábamos cruzando el umbral, esta será tonta, si le dije que Edward era mío y estábamos juntos, ¿acaso no entendía español?
-en el bosque- le sonreí maliciosamente, ella ni me hizo caso, solo miraba a Edward.
-Edward, ¿sabes que yo tengo un palacio en París, bueno más bien mis padres?- siguió como si nada.
-no- contestó él sinceramente.
-bueno, pues me encantaría invitarte algún día, sé que la pasaremos increíble, los dos solos- dijo recalcando el solos.
-claro, me encanta la ciudad de París- le sonrió y tiró de mi cintura para que entráramos, era obvio que no tenía ganas de estar con mi amada primita ni un segundo más. Nos sentamos en la mesa junto con toda la familia y comenzamos otro almuerzo familiar.

3 comentarios:

  1. omg aiiii hermosisisisisisismooooooo
    ahiii entregaron su amor ahiiiiiiiiiiiiii
    ahii su prima me kae malisimo la tipa

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  2. me acuerdo cuando comense a leer esta novela! fue el año pasado! ella subia cap 2 o 3 veces por semana! dios! cuando paso el tiempo que no me he dado cuanta aun?? jajajaj! y aunque se como termina vale la pena leerla toda de nuevo!!!

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