miércoles, 5 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 8: "la hija del diablo"



La maldita de mi prima venía de nuevo, ¡alegría, alegría!, mi perdición, ¿quieren saber por qué?, ella es una de esas mujeres que consiguen a cualquier hombre en 5 segundos con solo moverles las pestañas, ella era de esas mujeres que lo tenían todo pero querían más, ella era la hija del diablo, ella vería a Edward y lo querría para ella, ¿qué haría yo?, ella era más bonita, simpática, agraciada, espontánea que yo, pero Edward me dijo que me amaba a mí, entonces no tengo por qué preocuparme, ¿cierto?, creo que estoy algo paranoica, pero ¿cómo no?, ahora íbamos camino a la estación de trenes, mi prima estaría con uno de sus vestidos hermosos, con su hermoso pelo castaña más parecido a rubio, muy bien cuidado, tenía unos ojos color café, pero no crean que eran normales, no sé como lo hacía, pero cuando te miraba era con una fuerza increíble, imagínense el efecto en los hombres, ¡horrible en Edward!

Llegamos a la estación, Edward me tenía la mano tomada, yo estaba más que nerviosa, vi como el tren se detuvo, comenzaron a bajar las personas, entre ellas mi prima, diablos se veía demasiado bien, con esa sonrisa torcida que le ponía a todos los hombres, su mirada que hacía suspirar, ¿por qué a mi?, se acercó a nosotros, saludó a mis padres, al conde, a mi y por último a mi Edward, vi la reacción de él, mi prima lo miraba como nunca antes la había visto mirar a un hombre, al parecer Edward se perdió en sus ojos, porque no dejó de mirarla, yo me solté de su mano al instante y me crucé de brazos, sentía la mirada de Edward, pero yo no lo miré, mi prima acaparó su atención, yo comencé ha hablar con el conde, que me sonreía.
-¿tienes problemas con Edward?- me dijo sonriendo paternalmente.
-no, solo habla con mi prima- cuando dije prima mis ojos se entrecerraron, el conde comenzó a reírse, Edward nos miró con curiosidad, yo solo seguí mirando al conde.

El viaje de regreso a la casa fue, como decirlo, horrible, mi prima solo hablaba con Edward, y el le contestaba, el conde me miraba como pidiendo disculpas, no es culpa de él, es cual de Edward, él cual me miraba cada cinco segundos, lo tenía sincronizado, yo solo miraba por la ventana del carruaje. Cuando llegamos mi prima me habló por primera vez.
-Bells- dije sonriendo cínicamente, yo la miré- ¿por qué no vamos a dar un paseo a caballo con Edward?- ella lo miró y le puso esa típica sonrisa de tonta que pone un chica cuando trata de conquistar a un chico.
-¿por qué no?- le dije y le sonreí a Edward con una sonrisa que dejaba a explicar que no tenía ganas de estar con ninguno de los dos, él me miró confuso, yo solo me adelanté dejándoles intimidad, si Edward me cambiaba, pues bien, así me doy cuenta del tipo de hombre que es.

Llegue al establo con Edward y Natalia pisándome los talones, pude escuchar toda la conversación, se las resumo, ella, ella, ella, siempre tan egocéntrica, saqué mi caballo, preparé la silla y me subí en él, luego salí disparada, quería salir de ese lugar, ellos me seguían, al parecer no se daban cuenta de que yo no quería verlos ni en pintura.
-¿Bella, por qué tanto apuro?- me gritó mi prima, yo estuve a punto de contestarle mal, pero recordé la amenaza que me hizo mi padre, “si tratas mal a tu prima, te castigo de por vida”, así que detuve el caballo y los esperé, cuando ya estaban a mi altura comencé a galopar a paso lento.
-y, ¿por qué terminaste con tu novio?- le dije para tratar de entablar una conversación sin querer matarla.
-me tenía harta, ¿sabías Edward que hace una semana estoy soltera?- le dijo poniendo esa estúpida mirada, al parecer el sentimiento de querer matarla jamás se iría- y ¿qué pasó con Mike?, ese chico rubio, alto, ojos azules, muy guapo, estaba contigo ¿no?- pude sentir la mirada pegada de Edward.
-sí, emm, saben creo que ya debe estar la cena- me fui galopando a todo lo que dio Amy, al llegar me bajé y fui corriendo hasta la casa, pero si me quedaba allí Edward me podría encontrar, me fui al jardín trasero, era muy lindo, muchos árboles, flores, me senté a la sombra de un manzano, pero a los 15 minutos pude ver a Edward acercarse a mí, ayúdame dios.
-hola- me dijo como si nada.
-¿buscas a mi prima?, creí que estaba contigo, es como tu sombra- le dije mirando esos hermosos ojos verdes, ojos que estaban entrecerrados.
-¿quién es ese Mike?- me dijo de golpe, yo tratando de escapar, me levanté del suelo y empecé a caminar hacia la casa, pero él me tomó de la cintura y me puso pegada a su pecho, traté de soltarme, pero entendí que no podría salir de ahí sin decirle todo a Edward.
-Mike es un príncipe de no sé donde, le gustaba, o más bien le gustó, fui de visita a su castillo y se me declaró, luego me besó, pero yo no dejé que pasara nada más, porque yo no sentía ni siento nada por él, así que me devolví a mi casa y no lo volví a ver, aunque todo el pueblo supo de mi rechazo- Edward se relajó un poco, me sonrió, me iba a besar, pero yo le puse una mano en la boca deteniéndolo, él me miró confuso, yo saqué mi mano de su boca y me separé de él, comencé a caminar, pero él de nuevo me tomó de la cintura y me pegó a su pecho.
-¿qué ocurre?- me dijo como si no entendiera nada.
-¿Qué ocurre?, no nada, solo que estuviste pegado a mi prima, cuando te saludó te miró y tú te quedaste pegado a sus ojitos bonitos y ahora tú me preguntas lo de Mike, eres un estúpido Edward Masen, además, ¿por qué debo darte explicaciones a ti?- él me miró como si le doliera todo lo que le dije.
-pensé que estábamos juntos.
-yo igual pensé lo mismo- se me escapó una lágrima, él la miró caer, pero no fue sola, la siguieron más lágrimas, cientos de lágrimas, Edward me abrazó fuerte.
-jamás te cambiaría por nadie tontita- eso no me tranquilizó en nada.
-esa frase no va a hacer que cambie de opinión- me alejé de él y me fui mientras me secaba las estúpidas lágrimas que aún caían, pero el me volvió a tomar, me apretó entre sus brazos, me levantó el mentón y me besó como nunca antes lo había hecho, con pura pasión, deseo, nada más, no me podía negar a ese beso, pero se alejó de mis labios, aunque nuestra frentes aún estaban pegadas.
-primero, tu prima me seguía, yo solo quería estar contigo, segundo, generalmente cuando saludo a las personas las miro, y tercero, estaba demasiado celoso por ese Mike- eso si que me tranquilizó, tal vez de verdad había exagerado las cosas.
-tienes razón, lo siento- lo volví a besar, un beso como todos los otros, dulce, tierno, lleno de amor, pero que después fue pura pasión, deseaba demasiado a Edward, y al parecer él me deseaba a mi, como tenía mis manos en su cuello las bajé hasta los botones de su chaqueta, los desabroché y se la quité.
-me muero de ganas- dijo Edward entre mis labios- pero creo que este no es el lugar indicado para esto- se separó de mis labios, tenía razón, faltaba poco para la cena.
-es mejor que vallamos adentro, para no levantar sospechas, y luego seguimos- me sonrió, me besó, se separó, se puso su chaqueta, pasó su mano por mi cintura y nos fuimos para adentro.
-Edward, ven para acá, siéntate a mi lado- dijo Natalia, él hizo una mueca.
-espera un poco, prima, quiero hablar con Edward- lo tiré hacia el living, donde nadie nos vería o escucharía.
-Bella…
-Edward- lo interrumpí- en serio no te preocupes, sé que me amas y sé que solo lo haces para no crear problemas, no te preocupes- le sonreí y le di un rápido beso en los labios.
-muy corto para mi gusto- me tomó y me besó, un beso muy apasionado, yo me separé delicadamente de él.
-disimula- le dije sonriendo, él se río y nos fuimos hacia la cocina.
-¿de qué hablaban?- preguntó la entrometida de mi prima, ¿qué decía ahora?
-hablábamos sobre una cabalgata que haríamos mañana- me apresuré a responder.
-genial, ¿puedo ir?- dijo alegremente.
-claro- dije a regañadientes, me senté y Edward se sentó al lado de mi prima como ella se lo pidió.

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