viernes, 4 de septiembre de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 26: "dónde quedó mi vida perfecta?"


Me estaba mirando al espejo, me veía tan feliz, tan animada, tan…maternal, ya tenía 4 meses de embarazo, se podría decir que tengo panza, no tanta, pero si tenía más que antes, aunque Edward me decía siempre que me veía cada día más hermosa, si que estaba cegado por el amor, pero ¿qué le vamos ha hacer?, yo estoy igual.
-Bells, vamos a tomar desayuno- gritó Alice desde el otro lado de la puerta.
-ya voy- grité mientras me lavaba la cara, salí y me encontré con mi querida amiga Alice, pero con un rostro demacrado y triste
- ¿tanto abuso de mi estado?- le pregunté tratando de verla sonreír, pero ella solo se entristeció más- ¿qué ocurre?
-ya lo verás, en el desayunó- se le quebró la voz y se le escapó una lágrima- vamos- tiró de mi mano y me llevó hasta abajo.
-¿tan malo es?- obviamente ayer en sus sueños tuvo una visión.
-sí, demasiado- susurró, ya me estaba alarmando, estábamos entrando en el comedor, Edward me recibió con un cálido beso, aunque nos habíamos besado antes de levantarnos, pero entre más mejor ¿no?
-señor, han llegado algunas cartas- dijo una criada al conde.
-gracias- dijo él con una amable sonrisa, tomó las cartas y vio el sobre- para Edward, para Jazz, para mi- le dio un sobre a Edward, otro a Jazz y los otros, que eran unos cinco, se los quedó él, Edward y Jasper abrieron los sobres y comenzaron a leer, miré a Alice, estaba a punto de llorar, ella solo asintió mirándome con tristeza, esa debía ser la mala noticia, ¿pero qué sería?, miré a los chicos, ellos estaban como en estado de shock.
-amor, ¿qué te pasa?- le pregunté a Edward acariciando sus mejillas con mis manos. -mm- dijo él haciendo una mueca de desagrado- ¿cómo te digo esto?- se notaba preocupado.
-¿decirme qué?- dije ya entrando en la histeria.
-Bella, amor, emm, tendré que irme por un tiempo- dijo demostrando toda la pena que sentía en ese momento.
-cuando te refieres a un tiempo, ¿es un largo o corto período?- pregunté temiendo la respuesta, él hizo otra mueca, diablos, eso para mi era un largo período.
-bueno, depende por donde lo veas- dijo él tratando de escabullirse.
-Edward- susurré mientras se me escapaba una lágrima, él suspiró.
-me eligieron para el ejército, no sé cuanto pueda durar la guerra, pueden ser meses…o años- lo último lo susurró, yo no me lo podía creer, estaba totalmente shockeada, ¿Edward?, ¿mi Edward?, ¿mi Edward en el ejército?, traté de imaginarlo, Edward vestido de soldado, peleando a muerte con otras personas obligadas a combatir, dejé de pensar en eso, él único final que veía era a Edward muerto, y eso era algo que me mataría a mi.
-no- susurré, me di cuenta de que las lágrimas caían y caían, pero era inútil tratar de detenerlas, era demasiada la pena que me invadía, ¿por qué mi felicidad duraba tan poco?, ¿ni siquiera un año?, ¿tan rápido me quitaron al amor de mi vida?
-Bella, calma, te escribiré cada semana, solo será por un tiempo- Edward me abrazó fuertemente, ¿cómo quiere que me calme si con suerte pude estar un mes sin él, menos ahora que estoy embarazada, ¡dios!, estoy embarazada, me quedan cinco meses y quien sabe cuando volverá Edward.
-no estarás aquí cuando nazca nuestro pequeño- susurré, él abrió los ojos como platos, al parecer no había pensado en eso, pude ver en sus ojos como le dolía perderse algo tan importante como eso- no te preocupes, todo saldrá bien- susurré tratando de sacar esa expresión de dolor de su hermoso rostro, aunque sin éxito.
-no puedo creer que me pierda el nacimiento de mi hijo- susurró juntando nuestras frentes, yo le regalé un cálido y confortador beso, el cual a mi también me calmó un poco.
-todas las semanas deberás escribir, además, podré sobrevivir con Alice aquí, esperemos que la guerra no dure tanto- dije en un suspiró sonriendo forzadamente, Edward lo notó, pero el me regaló la misma sonrisa forzada.
-te extrañaré tanto- dijo besándome de nuevo.
-no te preocupes, estaré bien, cualquier cosa tengo aquí a tu padre y a Alice, y tú te vas con Jazz- las lágrimas comenzaron a salir de nuevo con solo esas cuatro palabras “y tú te vas”, ¿cómo me podía doler tanto?, yo sabía la respuesta, esta vez Edward podía no volver…- prométeme que volverás vivo- dije apenas con los sollozos, Edward tomó mi rostro entre sus manos delicadamente.
-te prometo que volveré aquí y seremos una familia feliz- me dio un delicado beso. -¿cuándo debes irte?- le pregunté luego de besarnos.
-mm, en dos semanas- dijo decaído.
-¿no que todo iría bien?- le pregunté arqueando una ceja.
-así es, solo que no me puedo resistir tanto tiempo sin ti- susurró acariciando mi mejilla.
-no te preocupes, nos volveremos a ver, yo siempre te estaré esperando.
-te prometo que siempre te amaré- dijo cerca de mis labios haciendo que mis sentidos se hicieran nulos.
-yo también, te prometo que nunca te dejaré da amar, jamás, ni en cien años- acorté la última distancia entre nosotros, Edward puso sus manos en mi cintura y me subió a su regazo, yo me junté más a su cuerpo, ¿cómo sobreviviré sin él por tanto tiempo? -te amo.
-yo más- nuestros labios se buscaron de nuevo y se besaron casi de manera desesperada- prepárate, estas dos semanas estaré pegada a ti, con suerte saldremos de la habitación- pude sentir como las comisuras de sus labios se elevaban.
-tenemos que aprovechar el tiempo que nos queda- susurró aún pegado a mis labios, pero escuchamos como alguien carraspeaba, era el conde, se me había olvidado que él estaba ahí observando todo, dios que vergüenza.
-lo siento- dije sonriéndole inocentemente.
-no te preocupes, solo les quería avisar que yo debo irme a casa de tus padres, así que pasarán el día los cuatro solos aquí, ¿está bien?- preguntó el conde, debía estar preocupado por nosotros, los cuatro estábamos con gran pena por esto del ejército. -claro- traté de sonreír aunque, por la cara de pena que puso el conde, no me salió muy bien.
-adiós- susurró y se fue.
-bueno, ¿no teníamos que aprovechar el tiempo juntos?- me preguntó Edward al oído, yo sonreí.
-claro- me acerqué a sus labios y lo comencé a besar de nuevo.
-bueno chicos, cualquier cosa nosotros estaremos en nuestro cuarto- dijo Alice parándose y llevándose a Jazz de la mano.
-no creo que los necesitemos- dijo Edward volviéndome a besar, yo me reí ante su comentario, Edward se separó de mi, se paró y me tomó en brazos.
-¿qué haces?- le pregunté.
-te llevo a nuestra habitación- me sonrió picaronamente.
-puedo caminar- dije cruzándome de brazos.
-no es lo mismo- antes de que pudiera alegar se acercó de nuevo a mis labios y me besó, dejándome callada y embobada, comenzó a subir las escaleras, cuando llegamos al segundo piso fuimos a nuestro cuarto, entramos, Edward cerró la puerta de una patada, me acostó en a cama, se puso encima de mí y me volvió a besar- te amo- susurró entre mis labios.
-yo también- balbuceé sin despegarme de él, quien sabe cuanto duremos aquí encerrados…

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