domingo, 16 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 14: "extraño" (contado por Alice)



Ya ha pasado una semana desde que le conté a Bella todo acerca de mis extraños sueños, me alegra tanto que ella me entienda, es tan buena amiga, menos mal que ella ha sobrellevado todo esto de la separación con Edward muy bien, ya llevan dos semanas separados, igual me da pena, sé que lo extraña demasiado, pero también sé que yo la he ayudado mucho a distraerse y eso me hace sentir tan bien.

Yo aún esperaba a ese extraño chico de mis sueños, ojala Bella tenga razón y sea una de mis “premoniciones”, si no es así, yo me muero, ese chico era tan perfecto, era como yo quería que fuera mi príncipe azul. Traté de sacar de mis pensamientos a ese chico, lo único que hacía era deprimirme más.

Ahora me tenía que levantar, eran las nueve de la mañana y yo aún no me levantaba, y si yo no iba a comprar el pan sabía que mi padre no lo haría, yo lo quiero muchísimo, él también me quiere, pero es un simple machista, como todos los hombres de esta época, excepto Edward, por lo que me ha contado Bella, tengo tantas ganas de conocer al novio de mi mejor amiga. Bueno, no me podía quedar más tiempo acostada sin hacer nada productivo, me levanté, me bañé, me vestí, me peiné y me maquillé un poco, tomé algo de dinero, la bolsa del pan y salí a comprar.

Cuando salí llené mis pulmones del aire fresco, seguí mi camino por la vereda, disfrutando del paisaje del bosque que tenía en frente mío, me encantaba vivir tan cerca de todo, tenía cerca al pueblo, un bosque, un lago, mi padre era dueño de un gran campo en el que Bella y yo pasábamos algunas tardes, al parecer mi vida estaba siendo muy divertida con mi nueva mejor amiga, ya éramos tan cercanas que nos queríamos como si fuéramos hermanas.
-¡aaaaaaaaah!- escuché un grito de un hombre proveniente del bosque, sin pensármelo dos veces fui en dirección a la voz, era estúpido lo que hacía, lo más normal es que pidiera ayuda, pero algo me decía que debía ir hasta ese lugar, seguí corriendo y corriendo hasta que escuché que algo se movía entre las ramas de un arbusto, con mucho miedo, me acerqué al arbusto donde se movía esa cosa que no sabía que era, corrí algunas ramas y ahí había un hombre, esperen un momento, ¡era el chico de mis sueños!, sin duda era él, y estaba sangrando, como en mi sueño, lo habían herido, él me miró con esos ojos hermosos y profundos que tenía, los dos nos perdimos en la entrada de nuestras almas, me acerqué lentamente a él, le toqué su herida, él hizo una mueca de dolor.
-estás herido- susurré- ven conmigo, te llevaré a mi casa, no está lejos de aquí, podré curarte y llamar a un doctor.
-no hace falta, estoy bien- dijo tratando de levantarse, cuando pudo hizo una mueca de dolor que me dolió hasta a mi.
-no, no, no, deja tu orgullo fuera de esto, te vienes conmigo- tomé su mano y puse su brazo sobre mi hombro, el se dio por vencido y me sonrió, esa sonrisa era hermosa, yo le devolví la sonrisa y él quedó algo embobado, solté una risita, estaba tan feliz de haberlo encontrado por fin.
-por cierto, me llamo Jasper, pero dime Jazz- dijo en un tono amable.
-Alice- dije mientras sacaba las llaves de mi pequeño bolso ya que estábamos llegando a la casa, cuando por fin llegamos abrí la puerta, dejé que pasara, lo recosté en un sofá, por suerte mi padre no estaba en casa- quédate aquí que de inmediato regreso- le dije mientras ponía un cojín en su cabeza.
-no creo que pueda moverme ni aunque quisiera- me dijo sonriendo, yo le devolví la sonrisa, era tan tierno, me fui a la cocina, en una fuente puse agua tibia y busque un paño, regresé con todo a donde estaba Jazz, me senté en el suelo a su lado dejando las cosas en el piso.
-permiso- dije mientras le abría su camisa, que era donde estaba su herida, cuando terminé pude ver su musculoso pecho, si que era perfecto, pero debía concentrarme para no ser tan obvia, tomé el paño y lo hundí en la fuente, después lo estrujé un poco para que no chorreara tanto y lo puse en su herida delicadamente.
-gracias- dijo él mientras me miraba con una mirada extraña, entre ternura y cariño.
-¿puedo preguntarte como te hiciste esto?- dije con una sonrisa amable, seguí limpiando su herida, se notaban que eran unas garras de un animal.
-estaba cazando y me atacó un oso, no pude evitarlo, después me escondí detrás de un arbusto para que el oso no me volviera a atacar y luego tu me encontraste- de nuevo tenía esa mirada extraña.
-pues, creo que ahora que la herida esta limpia no hay necesidad de llevarte a un médico, solo te cicatrizará- le regalé una sonrisa.
-¿cómo sabes tanto?- me preguntó algo sorprendido.
-secretos de madre- dije ahora apenada, siempre que me acordaba de mi madre me ponía así.
-¿por qué estás triste?- me preguntó preocupado.
-es que mi madre murió atropellada- susurré.
-cuanto lo siento- dijo acariciándome la mejilla.
-gracias- le dije moviendo la cabeza a un lado apoyando mi cabeza en su mano.
-eres todo un angelito caído del cielo- me dijo con esa sonrisa tan hermosa de él, yo me sonrojé al instante.
-solo te curé las heridas, no es para tanto- dije restándole importancia.
-pude haber muerto desangrado- dijo replicándome, yo me estremecí por sus palabras, no quería ni imaginarme el perderlo si recién lo había encontrado.
-entonces, si es para tanto- dije riéndome, él me acompañó- ¿tienes hambre?, por que yo no he desayunado, si quieres me acompañas- le sonreí.
-sería un gusto- me devolvió la sonrisa, aunque la de él no se podía comparar con la mía, me levanté del suelo pero en eso me fijé que él aún seguía sin camisa y que la suya estaba toda destrozada y llena de sangre.
-mejor te traigo una camisa de mi padre- le sugerí.
-creo que sería lo mejor- dijo mientras se sentaba en el sofá, yo subí las escaleras hasta el cuarto de mi padre, saqué una de sus camisas, volví a bajar y se la entregué a Jasper.
-iré a preparar el desayunó, si quieres puedes asearte en el bañó, está subiendo las escaleras, primera puerta a la derecha- él asintió y comenzó a subir las escaleras, yo me fui ha hacer el desayunó, traté de hacerlo lo mejor que pude, puse pasteles, panqueques, pan, queso, té, leche, café, té de hierbas, ensalada de frutas, algo de zumo, mermelada casera, la mesa se veía hermosa, justo cuando puse el agua en la pequeña tetera entró Jazz al comedor.
-¡qué banquete!- me dijo sonriendo.
-gracias- le dije alegremente- siéntate- me hizo caso y yo lo imité- sírvete lo que quieras- le dije con una cordial sonrisa, él me la devolvió y tomó un pastel- y ¿dónde vives?- comencé con el interrogatorio.
-cerca de aquí, a unos quince minutos- me sonrió, como me encantaba que me sonriera, yo le devolví la sonrisa- ¿te han dicho que tienes una sonrisa muy linda?- me preguntó.
-la verdad es que no- susurré con las mejillas al rojo vivo.
-aunque creo que a estas alturas debería irme, deben estar preocupados por mí- cuando dijo eso mi mundo se me vino abajo, hasta aquí llegaba mi sueño de que él fuera mi alama gemela- pero te volveré a ver, ¿no?- me preguntó haciendo que me sonrisa volviera.
-claro- dije entusiasmada, me levanté y él me imitó, podía dejarlo ir si sabía que lo volvería a ver. Nos dirigimos a la puerta, la abrí bajamos las escaleras del porche, pero de lo nerviosa que estaba me enredé con mis pies y me tropecé, pero Jazz me atrapó antes de caer al piso, quedamos con nuestras caras casi pegadas, nuestras respiraciones chocaban de lo cerca que estábamos, yo me acerqué un poco más, nuestros labios ya se rozaban, él acortó la distancia que nos separaba y me dio un tierno beso, sentir sus labios en los míos fue tan maravilloso, una sensación inexplicable, las cosquillas en mi estómago no dejaban de molestarme, él se separó de mí y me miró con los ojos brillantes de la emoción.
-discúlpame, yo…- antes de que arruinara este momento lo volví a besar y él me devolvió el beso, ¿qué puedo decir?, la carne es débil, demasiado.

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