viernes, 12 de marzo de 2010

Afortunada, Parte V: "etapa del enamoramiento" (2)




Me desperté completamente feliz, ya no sentía que este día sería un buen día, estaba completamente segura de que así sería, claro, ¿qué día no sería bueno con mi nuevo novio, Edward Cullen?, desde ayer que lo somos y aún no me acostumbro a decirlo, ¡aún no puedo creérmelo!, me siento la chica más afortunada del mundo. Con esos ánimos me levanté dando saltitos hacia el baño para darme una relajante ducha mientras pensaba cómo sería nuestro primer día como novios. Sé que estoy un poco obsesionada con el tema, ¡pero es que estoy enamorada!
Luego de la ducha fui directo a mi armario, ¿qué me pondría hoy?, debía verme increíble para mi nuevo novio. Mmm, tomé una polera que nunca había usado, Alice me la había dado por mi cumpleaños, no era mi estilo, aunque lo más seguro es que a Edward le encantara. Era con un escote strapless, o sea, sin tirantes, ajustado en el busto para luego caer un poco más abajo de mis caderas, con una tela rosada sandia con algunos adornos en un hilo rosado claro, era linda, me la pondría con unos pitillos blancos y mis, siempre confiables e infaltables, converse.
Ya lista, luego de haberme peinado y maquillado sutilmente, bajé las escaleras con una sonrisa de oreja a oreja encontrándome con Edward en la cocina, aunque parecía imposible, mi sonrisa se agrandó, provocando el mismo efecto en mi querido novio.
-hola amor, ¿cómo dormiste?- me preguntó en un tono dulce haciendo que mi corazón se derritiera y que mis labios pidieran a gritos los suyos.
-bien, ¿y tú?- me acerqué a dónde él estaba sentado tomando un vaso de jugo y le di un casto beso en los labios, claro que yo quería más, pero dejaría que él me lo diera.
-bien- contestó tomando otro sorbo de jugo, mirándome sacar la leche del refrigerador. Me senté a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro. Él se agachó hasta mi altura y atrapó mis labios con los suyos haciéndome suspirar en su boca, había pasado muchas horas sin ese elixir tan adictivo. Él beso fue tan lento y tierno que me hizo olvidar todo lo que había alrededor, solo existía Edward para mí, podía haber un terremoto y yo no me daría cuenta.
-woow, consíganse una habitación- maldito Jacob Black que nos interrumpía en la mejor parte del desayuno. A regañadientes nos separámos y seguimos desayunando, me paré a buscar un poco de pan y mermelada de frutilla, volví a sentarme y le di un pan a Edward y otro para mí, él me sonrió en respuesta y me dio un besito rápido en la mejilla.
-eres increíble, gracias- susurró en mi oído.
-tú eres increíble- le respondí respondiéndole el beso en la mejilla.
-no amor, tú lo eres.
-Edward, tú lo eres.
-¿cuál de los dos increíbles me pasa la mermelada?- dijo Jacob cabreado haciendo que los demás se rieran, yo rodé los ojos y se la di. Volví a apoyar mi cabeza en el hombro de mi Edward y él se acercó más a mí.
-te quiero- susurró en mi oído.
-yo más- le respondí dándole un piquito en los labios.
-Bella, yo te quiero más.
-no, yo te quiero más, y desde antes.
-que me hayas querido desde antes no significa que me quieras más.
-dejémoslo en empate- propuse, pero yo lo quería más.
-bien, pero yo te quiero más- me dedicó una sonrisa torcida y yo se la devolví.
-oh, por favor, voy a vomitar, ¡quieren dejar de estar tan acaramelados!- Jake puso cara de asco haciendo que yo y Edward rodáramos los ojos.
-yo tuve que soportarlos a ti y a Nessie en sus primeros días de noviazgo cuando eran aún más melosos, ¿no lo recuerdas osi-jake?- me burlé del sobrenombre que mi hermana le había puesto, una combinación entre osito y jacob, ¿y cree que yo soy patética?, todos se rieron de mi comentario y Jacob se comió un gran pedazo de pan ignorándonos.
-vamos, se nos hace tarde- dijo Emmet parándose. Me paré y dejé mi vaso y el de mi novio en el lavaplatos, él me abrazó por la cintura, pegándome a su costado, para luego caminar hacia su auto, ¿ya les había dicho que sabía que este día iba a ser perfecto?, como siempre Edward, sin olvidar sus modales, abrió la puerta del copiloto para mí ayudándome a subir. Cuando él ya estaba adentro, encendiendo el motor, yo comencé a buscar un cd de su colección.
-¿ qué escogiste?- me preguntó Edward cuando puse el cd.
-radiohead- la canción "creep" comenzó a llenar el auto, tan relajante como siempre, sus canciones me hacían sentir tan bien.
-hoy podríamos estudiar cuando lleguemos a casa, en una semana son todos los exámenes.
-claro, pero tendrás que tener paciencia- le advertí.
-lo que sea por ti, amor- me dedicó una sonrisa que era imposible no responder, pero no pudimos alargar el momento, ya que él estaba manejando, solo me dediqué a escuchar la canción. Hubo una frase que me encanto, "Whatever makes you happy, whatever you want", "Cualquier cosa que te haga feliz, cualquier cosa que tu quieras", yo haría cualquier cosa por edward, y estoy segura que el sentimiento era mutuo. Pero inesperadamente la canción paró, Edward había parado el motor, ya habíamos llegado. Esperé a que él me abriera la puerta, cuando lo hizo me ofreció su mano para ayudarme a bajar, yo con gusto la tomé, por fin fuera del auto pude observar bien su rostro, a centímetros del mío, yo apoyada en el auto y él acorralándome, ambos con una sonrisa boba en la cara, ambos perdidos en los ojos del otro, acercándonos para juntar nuestros labios, acercándonos para tocar el cielo juntos. Las mariposas en mi estómago no se hacían esperar, revoloteaban haciendo la sensación aún más especial, me encantaba el momento previo al beso, pero nada se comparaba con sentir sus labios sobre los míos, como ahora los sentía, moviéndose insistentes contra mi boca, y obviamente, yo respondiéndole tal intensidad, íbamos en lo mejor, disfrutando de la cercanía, cuando escuchamos a alguien carraspear. Por segunda vez en el día nos separamos a regañadientes, ¿quién molestaba ahora?, salí del trance que los besos de Edward me provocaban y miré al mismísimo diablo en frente de mí, Tanya nos miraba con una sonrisa sínica en sus labios.
-chicos- nos saludó con su voz más chillona de lo normal, yo rodé los ojos, ¿qué quería ahora?.
-Tanya- la saludó MI novio.
-¿cómo están?- mal, ya que nos interrumpiste.
-increíblemente bien- le contesté con una sonrisa para que se diera cuenta de que yo gané a Edward y NO ella.
-así lo noté- dijo la muy estúpida sin disimular su odio hacia mí- Edward, ¿por qué te conformas con la escoria de la sociedad?- le preguntó a MI novio girándose hacia él, agitando sus pestañas la muy zorra.
-no te preocupes, gracias a mí ya no se conforma con las mujerzuelas como tú, ahora puede estar con una persona que no esté hecha de silicona, pero gracias por tu preocupación- le dediqué la mirada más amenazante que pude hacer y me llevé a Edward lejos de esa... ni siquiera tenía una palabra que pudiera describirla.
-Bella, lo siento por eso, yo no...
-Edward, no te preocupes- volví a juntar nuestros labios, de verdad lo necesitaba, Tanya me ponía de malas, pero los labios de Edward eran el santo remedio para todas mis preocupaciones- vamos a clases- murmuré separándome de sus labios, pero no de su cuerpo, me mantuvo lo más pegada que pude a su costado. Su cercanía me reconfortaba.
Las clases pasaron sin ninguna novedad, tratamos de poner atención, pero era difícil al estar tan cerca el uno del otro, pero lo intentamos, en fin, teníamos toda la tarde para estudiar, aunque no creo que logremos mucha concentración. Ya estábamos en casa, yo me estaba duchando, preparándome para una sesión de estudio con mi novio. Debo confesar que cada vez que pensaba en él babeaba tanto como para poder llenar una piscina, ¿pero quién no podría babear por él?, sindo tan lindo, perfecto, cariñoso, tierno, perfecto, esquisito, guapo, perfecto, inteligente, dedicado, ¿ya dije perfecto?, creo que sí.
Me puse algo simple para estudiar, unos shorts de algodón, una polera simple y mis converse, al fin y al cabo, debía estar cómoda ¿no? Me hice una coleta y salí de mi habitación caminando hasta la puerta de enfrente, o sea, la habitación de Edward.
-aquí estoy- dije para llamar la atención de Edward, quien estaba concentrado leyendo el libro de medicina I. Levantó la mirada y sus ojos me recorrieron de arriba a abajo, mis mejillas se encendieron hasta más no poder, ¿no pude haber escogido unos pantalones de buzo?, no, tenía que escoger los short que Alice me obligaba a usar. Auque debo aceptar, que ver cómo me deboraba con la mirada era un aumento para mi ego, igual me sentía nerviosa.
-claro- se aclaró la garganta y desvió la mirada a mi rostro, por fin- empecemos- me acerqué hasta su caman, donde él estaba sentado, y me acomodé a su lado.
-¿por dónde empezamos?- le pregunté frunciendo el ceño, al ver el gigante libro que nos esperaba me di cuenta que en verdad teníamos que estudiar bastante.
-pues, empecemos por los músculos del cuerpo, es lo más fácil- dijo como si fuera pan comido, pero para mí no era tan fácil, digo, ¡son demasiados!
15 minutos después.
-vamos Bella, es fácil- dijo Edward por enésima vez.
-no puedo, me confundo con tantos nombres, ¿y por qué tienen que ser tan difíciles?, ¿infraespinoso?, ¿trapecio deltoides?, ¿semitendinoso?, ¿semimembranoso?, ¿qué diablos?- me crucé de brazos rendida, esto era horrible.
-te has aprendido cuatro, los acabas de nombrar, mira- tomó con delicadeza mi mano extendiendo mi brazo y pasó su dedo índice por mi muñeca, subiendo un poc a mi antebrazo- radial externo- lo giró para mostrarme la parte de atrás de mi brazo y subió un poco su dedo haciendo que miles de mariposas volvieran a revolotear, ya me estaba acostumbrando a ellas- flexor del antebrazo- subió un poco más- supinador largo- siguió subiendo hasta llegar a mi brazo- bíceps- su dedo siguió su camino hasta llegar a mi hombro, mi respiración aumentó un poco, esto de estudiar me estaba gustando- deltoides- su mano llegó hasta mi cuello y lo acarició un poco haciéndome cerrar los ojos- esternocleidomastoideo- volví a abrir los ojos y lo miré alzando una ceja, ¿cómo podría aprender ese nombre?, ¿cómo diablos él se lo había aprendido de memoria?, Edward se rió de mi cara de incredulidad y, repentinamente, junto nuestros labios. Me besó lentamente disfrutando de mis labios antes de pedirme permiso con su lengua para abrirlos, yo con gusto entreabrí mi boca dejando que su lengua explorara todo a su paso para luego juntarse con la mía, el beso pasó de ser dulce a desesperado. Nuestras respiraciones se agitaron, ya que no nos dignamos a separarnos, si no a aumentar la intensidad, sentí sus manos tomar mi cintura y acercarme a él, yo le ayudé poniendo mis manos alrededor de su cuello y sentándome en su regazo, poniendo una pierna a cada lado de sus caderas, presionándome contra su pecho. Sus manos se aventuraron más, bajaron hasta mis caderas y me apretó más a las suyas, ya no respirábamos, jadeábamos, sus manos volvieron a subir pero ahora acompañadas de mi polera, pero cuando llegó a mi cintura, se detubo haciéndome gemir de frustración.
-¿qué pasa Edward?- le pregunté haciéndole un pucherito.
-Bella, esto no puede pasar- susurró bajando la mirada.
-oh- también bajé la mirada comprendiendo a que se refería, claro, jamás sería como Tanya y todas esas putingas, que, debo admitirlo, tenían un cuerpo de muerte. Me bajé de su regazo acomodándome en la cama, un poco alejada de él.
-espera, ¿a qué te refieres con "oh"?
-bueno, si no me deseas no es nesesario que hagamos nada- contesté aún mirando el cubrecamas.
-Bella- Edward se rió con incredulidad y luego me laventó el mentón haciendo que lo mirara- claro que te deseo amor- dijo acariciando mi mejilla, yo me alejé un poco de él sin saber qué pensar.
-entonces dame una razón coherente para que esto no pase- ¿acaso jamás llegaríamos a la tercera base?, ¡no, por favor!
-pues, entiéndeme, cada vez que tuve sexo con una chica al otro día no sabía de ella, no quiero que se repita eso con nosotros.
-Edward- lo miré como si le hubiera crecido otra cabeza, totalmente asombrada- sé que jamás me harías eso.
-además, esta sería tu primera vez y no quiero arruinarla- lo último lo dijo bajito, agachando la mirada de nuevo, yo lo miré aún más asombrada.
-Edward, solo contigo sería perfecto-me acerqué más a él quedando a la misma distancia del principio, puse mis manos en su pecho haciendo que él subiera su mirada- esto no pasara hoy, pero tendrá que pasar algún día ¿no?, yo no quiero morir virgen y tú eres el único al que le confiaría eso- le dije con toda sinceridad, él sonrió torcidamente, al parecer le había gustado mi comentario, y como no gustarle, ¡me estaba entregando en bandeja de plata!
-claro que pasará, no sé cuanto podré resistirme a ti- esta vez yo sonreí de oreja a oreja, nos volvimos a besar pero ahora dulcemente. Escuchamos como habrian la puerta y luego las voces de los chicos abajo. Edward suspiró en mi boca haciendo que su dulce aliento me llegara, ¡casi me desmayo!, que aroma más increíble, me daban ganas de besarlo y no soltarlo. Ahora fue mi turno de suspirar, mi próxima meta: seducir a mi novio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario