domingo, 23 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capìtulo 18: "reencuentro" (por fin)


La semana se me pasó en parte lenta y en otra parte rápida, cuando estaba con Alice y Jazz se me pasaba como un segundo, pero ellos no podían estar a cada segundo conmigo, ya que eran una pareja y yo no quería hacer un mal trío donde o miraría como se besaban.

Hoy, por fin, Edward llega, me envió una carta respondiendo a la mía, me dijo que llegaría en la noche, alrededor de las ocho, era las 7:45 y yo estaba lista, me había puesto el hermoso vestido azul que me había comprado cuando fui a la ciudad con Alice y Jazz, también me puse mi lazos y mis zapatos que hacían juego con el vestido, me peiné y maquillé, estaba mucho más hermosa que cualquier otro día, ya no podía esperar más, estos quince minutos me estaban matando, aunque no creo que lleguen justo a las ocho de la noche, nunca tan puntuales, aunque yo lo prefería así, debía distraerme solo por diez minutos más, nada más, fui rápidamente a buscar mi libro “complicated”, con Alice ya habíamos terminado el libro “orgullo y prejuicio”. Me senté en un sillón y comencé con al lectura, la última ves que había leído quede en que por fin Ben y Bianca habían logrado escapar pero su padre con sus guardias reales los habían capturado y habían lastimado a Ben con una bala, él estaba casi muriendo, la verdad es que el libro estaba muy bueno…

“-papá, ¡¿cómo puedes decir que no hay vuelta atrás?!, ¿te das cuenta de que arruinaste mi vida?, ¿te das cuenta de lo infeliz que soy sin él?- le grité a mi padre descontroladamente, me bajé del carruaje y lo encaré- no me pidas que sea princesa porque no lo seré, no me pidas que me nombre tu hija porque desde ahora yo no tengo padre, solo tengo a un extraño que no se por qué me quita mi felicidad, solo tengo a un estúpido que no sabe qué diablos es el amor, solo tengo aun hombre más parado frente a mí, solo tengo a un desconocido que me quito a la única persona que me entendía y me amaba, ya no tengo nada- comencé a llorar con la sola idea de no poder ver de nuevo a Ben, de no poder sentir sus labios sobre los míos, de no poder sentir como me protegía, de no poder sentir ese júbilo que me causaba al hacer alguna locura junto a él, ya no me quedaba nada.
-hija…-susurró mi padre, se nota que lo lastimé, pero no me importaba, él me había clavado mil dagas en el corazón al quitarme al amor de mi existencia.
-¡no me digas así!- le grité.
-¡el cuerpo, ya no está!- gritó un guardia sorprendido, ¿qué?, ¿acaso Ben había logrado salir de esta?
-¿de qué hablas?- le preguntó mi padre furioso.
-¡Ben!- chillé yo, me acerqué al carruaje que era donde se suponía que estaba mi Ben, en lugar de él había una nota, la tomé y estaba escrita con su caligrafía “gracias por distraerlos, te amo”, yo no pude hacer más que reír, reír de pura y hermosa felicidad, ¡mi amor estaba vivo!
-¡¿cómo diablos lo hizo?!- gritó mi padre.
-ay padre mío, tú no entiendes- le dije con una gran sonrisa, él me miró confundido- el amor lo puede todo- le expliqué, él se puso rojo de furia.
-¡quiero un guardia en cada metro cuadrado del castillo, que ese estúpido no se acerque a mi hija!- volvió a gritar mi padre, digo mi ex padre.”

Pude sentir unas cálidas manos que tapaban mis ojos, conocía ese aroma tan exquisito, ¡era Edward!, una gran sonrisa se extendió por mi cara, dejé el libro a un lado, aún tenía esas cálidas manos en mi cara impidiéndome mirar su hermoso rostro, también pude sentir unos labios en mi cuello.
-¿me extrañaste?- susurró Edward en mi oído, yo me estremecí de felicidad al escuchar su voz.
-no sabes cuanto- dije aún sin poder verlo, él quitó sus manos de mis ojos, aún tenía sus labios en mi cuello, comenzó a darme besitos ascendiendo por mi mandíbula, hasta llegar a mis labios, aunque no me besó, primero se encontró con mis ojos, yo me perdí en ellos, no puedo creer cuanto pasé sin poder tenerlo tan cerca, con solo tenerlo así mi corazón estaba que se salía de mi pecho, Edward puso sus manos en mi cintura, me levantó del sofá como si no pesara nada y me puso en su regazo, aún no podía sacar mis ojos de los suyos, eran tan hermosos.
-yo también te extrañé, demasiado- susurró haciendo que su aliento chocara con mi cara, yo puse mis manos en su cuello y me acerqué a sus labios, pero me detuve para disfrutar de este tan esperado beso, rocé nuestros labios, cerré los ojos, Edward no resistió más y me besó, dios no tengo palabras para describir ese beso, lleno de amor, pasión, desesperación, dulzura, era indescriptible, increíble, pude sentir otra vez su lengua contra la mía, pude sentir sus manos acariciar mi espalda, como extrañaba esos besos, Edward se fue acostando de a poco en el sofá conmigo encima, puse mis manos en su pecho, ya no aguantaba más sin aire, traté de zafarme de su boca, pero no pude, no tenía tanto autocontrol, solté un leve gemido, necesitaba respirar, pero también necesitaba los labios de Edward, cuando ya no podía más volví a tratar de zafarme, pero ahora Edward no me dejó romper ese beso, enredó su mano en mi pelo impidiendo que me moviera, yo solo seguí disfrutando del beso, aunque estaba a punto de morir ahogada no podía dejar de disfrutarlo, después de unos segundos no aguantamos más y nos separamos, apoyé mi cabeza en su pecho, mi respiración no podía estar más agitada y la de Edward tampoco, no me podía tranquilizar, no podía normalizar mi respiración.
-te amo- dije a duras penas tratando de respirar profundo.
-yo también- me respondió con la respiración igual que la mía, me siguió acariciando la espalda.
-¿y mis padres?, ¿y tu padre?- le pregunté algo preocupada, ahora estaba con la respiración más acompasada.
-fueron a ver algo al establo, no les puse mucha atención, no podía dejar de pensar en ti- susurró él, un pude evitar levantar la mirada y encontrarme con ese hermoso rostro, me acerqué de nuevo a sus labios, era imposible estar más de cinco minutos sin besarnos, nos volvimos a besar pero está vez nos separamos antes para poder respirar.
-creo que debemos levantarnos, mis padres pueden traspasar esa puerta en cualquier momento- sonreí ante esa idea, sería chistoso ver la reacción de ellos.
-deberíamos, pero tú me debes demasiados besos que no me has dado en todas estas semanas- me replicó él, yo le sonreí.
-no tengo ningún problema en dártelos, pero sumando los besos que debo darte a diario, no podríamos separarnos en todo el día- le dije inocentemente, sonriendo de oreja a oreja.
-¿y cuál es el problema?- preguntó Edward con esa sonrisa torcida que me sacaba el aliento, yo me acerqué otra vez a sus labios y lo volví a besar, después comencé a besarle el cuello, luego volví a esos tentadores labios, pero en ese momento escuché como se abría la puerta de entrada, me senté en un segundo, Edward hizo una mueca pero igual se levantó, yo le di un rápido beso en los labios justo antes de que mis padres y el conde entraran a la sala, al ver al conde no sé por qué pero me dieron ganas de saltar encima de él y abrazarlo, lo quería como si fuera mi padre.
-Bella- dijo el conde con suma alegría extendiendo sus brazos para que me acercara a él, yo sin pensarlo dos veces me levanté y lo abracé- Edward te extraño mucho, no me dejó tranquilo todas estas semanas- me susurró al oído tan despacio que solo yo lo escuché, solté una leve carcajada, estar lejos nos hacia mal a ambos.
-yo estuve igual que él- le respondí en otro susurro, después nos soltamos y pude ver como mi padre me miraba boquiabierto por mi relación con el conde.
-bueno, vamos a cenar- dijo mi madre antes de que mi padre dijera algo estúpido, como lo conocía. Nos fuimos a sentar, Edward me tomó de la mano y me acercó a él mientras nuestros padres iban delante de nosotros a la cocina, no sabía como mis padres no se enteraban de nuestra relación, era obvia, a los días de estar juntos el conde se dio cuenta, bueno es que hablamos de mis padres…

No hay comentarios:

Publicar un comentario