domingo, 30 de agosto de 2009

una eternidad perdida en tus ojos, capítulo 22: "boda" (por fin xD)


No podía más de la felicidad, ya había pasado un mes desde que Edward me pidió matrimonio, entre Alice y yo hemos torturado a Jazz y a Ed con viajes diarios a la ciudad, todo por la boda, además hace una semana que Jazz le pidió matrimonio a Alice, esto era increíble, recuerdo cuando me lo contó, chillaba de la emoción.
Flash Back.
-Bella, es que no te imaginas como fue- me gritó Alice.
-cuéntame Alice, por dios- le dije desesperada.
-fue ayer en la noche, estábamos viendo desde su alcoba la luna, era una luna llena hermosa, en eso me toma la mano, se agacha y me lo pide- Alice no paraba de chillar y yo me reía por su reacción de felicidad.
-ahhhhhhhhh!, no lo puedo creer, las dos nos casaremos, Alice- me tiré a abrazarla, y como ella había hecho en su momento, la tiré al suelo.
-au, Bella- se quejó, yo me eché a reír.
Fin flah Back.
Ahora yo estaba vestida de blanco, esperando a que mi gran sueño se hiciera realidad, mi vestido era increíblemente hermoso, un corsé, sin tirantes, inflado en la parte de abajo, parecía princesa, demasiado hermoso, tenía el cabello liso con algunos bucles al final, el velo caía hasta debajo de mi pies, me veía en pocas palabras per-fec-ta, solo faltaba media hora para que yo estuviera caminando hacia el altar, media hora que se me hacia eterna.
-Bella, tranquilízate, dios, te ves tan hermosa- me dijo Alice llorando de alegría, yo la abracé, me ha apoyado tanto.
-tú tranquilízate, yo debería estar así de nerviosa, no tú- le dije mientras una lágrima de emoción recorría mi rostro.
-hay no Bells- ahora mis amigos le habían copiado el sobrenombre a Edward, pero me encantaba- se te correrá el maquillaje que tanto me costó hacer- me dijo frustrada limpiándome la única lágrima que había dejado escapar.
-tú no me ayudas mucho a no llorar de la emoción, más encima la hora no pasa como quiero que pasé, es como si el tiempo me estuviera provocando- suspiré frustrada.
-Bella, cálmate, no te sulfures, solo debemos distraerte, piensa en Edward, siempre que piensas en Edward el tiempo se te pasa volando- me sugirió, como me conocía…
-bien pensado- le sonreí, me senté en el suelo y ella se sentó a mi lado, al parecer ella se pondría a pensar en Jazz, o en su casamiento, cerré los ojos, me apoyé en la pared y comencé a recordar esos bellos ojos, esos tentadores labios, sus brazos rodeándome en un protector abrazo, su aliento entrar en mi boca, todo lo de él me distraía completamente, sin darme cuenta me dormí.
-Bella, dios, Bella, vamos, ya es hora- me gritó Alice para despertarme.
-dios, me he dormido- grité desesperada, me paré en un segundo, Alice me arregló el pelo y el maquillaje de nuevo
-listo, vamos- me tiró del brazo, fuimos hasta la puerta de la iglesia- cuando suene la marcha nupcial yo entro, cuenta hasta cinco y sales tú con Charlie- yo asentí, Charlie se acercó a nosotras y tomó mi brazo.
-suerte, Bella- me dijo con una sonrisa, yo le devolví la sonrisa, aunque sabía que a él le interesaba más lo que le daría esta unión. En eso comenzó la marcha nupcial, las puertas de la iglesia se abrieron, Alice comenzó a caminar, yo la seguí a los cinco segundos, como ella dijo, la iglesia estaba repleta, ¿conocía tanta gente?, da lo mismo, lo único que me importaba es que mi Edward estaba esperándome en el altar, con esa sonrisa cegadora que me hacía híper ventilar, si no fuera porque Charlie me tomaba el brazo yo saldría corriendo hasta él, pero debía seguir el lento ritmo de la marcha nupcial. Mientras caminaba pude ver a mi prima, Natalia, la cual me sonrió amistosamente, al lado de ella estaba su novio, ¿no había terminado con él?, bueno, igual me alegra que esté con él y no con Edward, le devolví la sonrisa, tal vez esta sería una tregua, también pude ver a mi madre, estaba llorando de alegría, la iglesia estaba decorada con lazos blancos, flores blancas, todo tan hermoso, todo costeado por el conde, el cual me sonreía fraternalmente. Cuando por fin llegamos al altar Alice se puso al lado de Jazz, mi padre puso mi mano en la de Edward y se fue al lado de mi madre, Edward me sonrió con suma alegría y yo le devolví la sonrisa, la ceremonia comenzó, debó decir que fue un poco tediosa pero el gran momento llegó...
-Isabella Marie Swan, ¿aceptas a este hombre, para amarlo y respetarlo, por el resto de la eternidad?- me preguntó el padre.
-acepto- dije segura de mi misma.
-Edward Anthony Masen, ¿aceptas a esta mujer, para amarla y respetarla, por el restote la eternidad?
-si- contestó él con su hermosa voz.
-puede besar a la novia- le dijo el padre a Edward, él me tomó de la cintura, me inclinó hacia atrás, como lo hacían en las escenas románticas y me besó, un beso fugaz, pasional y delicado a la vez, vamos, un beso de Edward, aunque nos costó mucho, nos tuvimos que separar, primero, porque necesitábamos respirar, y segundo, porque teníamos por lo menos a doscientos espectadores. Cuando Edward me soltó pude ver a Alice llorando de alegría, ¡qué tierna!, Jazz me sonreía con orgullo, mis queridos amigos, como los adoraba, miré a Edward y él también los estaba viendo, Edward se había hecho muy amigos de ellos, como Alice lo había predicho, ahora somos como hermanos, inseparables. La gente vino a felicitarnos, me perdí entre tantas personas, lo peor fue que ya no sentía la mano de Edward en mi cintura, yo quería estar con él, quería disfrutar este momento con él, aunque igual hoy tendríamos toda la noche, con solo pensar en eso me sonrojé.
-Bella, dios, ¡qué alegría!- me chilló Alice, se abalanzó sobre mi, y si no fuera por Jazz, que nos sostuvo, hubiéramos terminado en el suelo.
-felicidades Sra. Masen- me dijo Jazz, yo le sonreí por su comentario, no sabía la felicidad que me daba al escuchar el apellido de Edward en mi nombre, lo abracé con fuerza y después los chicos se fueron a felicitar a Edward.
-Bella- dijo mi madre entre sollozos, estaba llorando de felicidad, nunca la había visto llorar así, la abracé cariñosamente- no me imagino la casa sin ti, cariño- susurró en mi oído acariciando mi cabello.
-yo tampoco me imaginó mi vida sin ti, pero no te preocupes, te visitaré y te escribiré desde Chicago- como lo leen, me voy a vivir con Edward en su increíble castillo.
-no me lo creo- dijo mi madre sollozando más. Después de eso nos fuimos a un lugar que el conde había arrendado para esta ocasión especial, entramos a un salón gigante, todo decorado igual que la iglesia, con flores blancas, lazos blancos, todo increíblemente hermoso, comenzó a sonar la música, Edward me agarró de la cintura y me sacó a bailar, ambos nos balanceábamos por toda la pista como dos bailarines profesionales, pero solo por su coordinación y gracilidad, ya que yo para bailar soy un cero a la izquierda.
-¿te he dicho lo hermosa que te ves?- me preguntó Edward con un brillo especial en los ojos. -creo que no- le dije sonriendo.
-te ves increíblemente hermosa, no sé como lo haces-dijo devolviéndome la sonrisa.
-¿cómo hago qué?- pregunté sin entender.
-no sé como cada día estoy más loco por ti- le sonreí y me ruboricé- amo cuando te ruborizas- susurró cerca de mis labios acariciando mi mejilla, me dio un beso, pero este fue más pasional. -vamos Edward, baila con tu hermanita, que te quiere tanto- nos interrumpió el apasionado beso Alice.
-vamos, enana- le dijo Edward sonriendo, me encantaba lo unidos que éramos.
-¿me permites esta pieza, Bells?- me preguntó Jazz.
-claro, hermanito- le sonreí, él me devolvió la sonrisa y comenzamos a bailar.
-es increíble lo feliz que te ves- me dijo Jazz.
-tú no te quedas atrás, además te casas en unas semanas- le recordé, él sonrió aún más ante ese recuerdo.
-ya no nos veremos tan seguido- me recordó.
-¿quién dijo eso?, todos los fines de semanas nos veremos, todos los días nos escribiremos, recuerda que somos hermanos- se me escapó una lágrima, era verdad que ya no vería tanto a mis amigos hermanos.
-calma Bells, nunca nos alejaremos- Jazz me secó la lágrima y me abrazó fuertemente antes de dejarme en los brazos de mi amor.
-por fin juntos- me abracé a Edward.
-por el resto de la eternidad- me prometió con un beso.


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